LAS ETAPAS DE LA COLABORACIÓN INTERNACIONAL EN EL TERRENO DE
LA EDUCACIÓN
La corriente opuesta a esta colaboración era tan fuerte en los inicios de la
Sociedad de Naciones que, a pesar de las precisas propuestas de León
Bourgeois, esta decidió excluir las cuestiones pedagógicas de su campo de
acción.
La reacción ante esta deficiencia fue doble. Por una parte, el gobierno francés
creó y ofreció a la Sociedad de Naciones un Instituto Internacional de Cooperación
Intelectual cuyas actividades fueron múltiples, sin poder, en un principio, superar el
ostracismo que excluía a la educación. Por otra parte, el Instituto J. J. Rousseau,
entonces institución privado establecida en Ginebra, decidió la fundación de una
Oficina Internacional de Educación igualmente privada, pero que organizó algunos
congresos y modificó su estructura en 1929 para poder contar entre sus miembros
gobiernos o ministerios de Instrucción pública. En el momento de esta
reorganización tres gobiernos tomaron la iniciativa de adherirse formalmente:
Polonia, Ecuador y la república y cantón de Ginebra (el gobierno federal suizo se
reservó su opinión).
Entre 1929 y 1939 las actividades del Instituto de Cooperación Intelectual y de la
Oficina Internacional de Educación se orientaron de manera complementaria. El
director general, H. Bonnet, deseoso de proceder por etapas en su instituto que
dependía de la Sociedad de Naciones, consiguió fomentar la creación en un cierto
número de países de “Centros nacionales de documentación pedagógicas, la
coordinación de los cuales quedaba asegurada por el Instituto. La Oficina
Internacional de Educación, cuyos países miembros crecían en numero con una
progresión lenta pero regular, organizaba por su parte, además de las asambleas
anuales de su consejo, una presentación y discusión de los informes generales de
los ministerios de Instrucción pública representados en el consejo, lo que de hecho
dio lugar en 1932 y 1933 a las dos primeras conferencias internacionales de
instrucción pública. Puesto que la experiencia fue provechosa, se convocó una
“tercera Conferencia Internacional de Instrucción Pública” en 1934 por intermedio
del gobierno suizo y abierta a todos los países miembros o no de la Oficina. Esta
conferencia, dedicada a los problemas de la prolongación de la escolaridad
obligatoria, la admisión en las escuelas secundarias y las economías en el campo
de la instrucción pública, se desarrolló con éxito y, especialmente, proporcionó
armas a los ministerios de Educación para protegerse en sus países respectivos
contra los excesos de la economía que, en esa época como en otras, golpeaban a
la enseñanza más que a otros terrenos. Las conferencias de Instrucción pública
(entonces todavía no se llamaban “sesiones de la conferencias se continuaron
anualmente hasta 1939 y se reanudaron en 1946.
Después de la guerra de 1939-45 las mismas causas sociales, políticas y
económicas que condicionaron en todos los puntos del globo la extensión
explosiva de la educación, de la que ya se ha tratado, hicieron deseable e incluso
necesaria una amplia colaboración internacional hasta el punto de que no quedó
nada de las corrientes contrarias que habían retardado el movimiento en la época
de la Sociedad de Naciones. Por tanto, bajo la égida de las Naciones Unidas se
constituyó la vasta “Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura” o UNESCO, una de cuyas iniciativas centrales fue desde el
comienzo la cooperación en materia de educación e instrucción.
La UNESCO es ante todo un organismo de acción, el único, en el terreno que nos
ocupa, que posee a la vez medios financieros y políticos; lo que no significa en
absoluto que la UNESCO no se dedique a investigaciones, pues éstas son
necesarias antes de cualquier campaña activa, pero no se dedica a la
investigación por sí misma, salvo en ciertos puntos en que considera útil
desencadenar una corriente provechosa; por ejemplo, en algunos casos
particulares como el campo de las Ciencias, en el que el Departamento de la
UNESCO ha publicado una revista viva y proporcionado ejemplos de
investigaciones útiles. Por el contrario, en múltiples terrenos de la educación las
tareas son a la vez tan múltiples y tan urgentes como podría esperarse de una
organización de estas características- que la UNESCO se ha dedicado a un cierto
número de actividades internacionales que se derivando la práctica propiamente
dicha.
Todo el mundo conoce los esfuerzos de la Organización en la lucha contra el
analfabetismo o, como se dice hoy, en favor de la educación básica, pues el
analfabetismo no el sólo una privación del uso de la letra y la escritura, sino una
carencia general que afecta a los medios de producción y a la misma salud, así
como a los sistemas de comunicación ligados al alfabeto y que sirven para la
transmisión de los conocimientos elementales de los que depende toda la vida.
En el terreno de la asistencia técnica o, como se dice hoy, de la cooperación
técnica, la UNESCO proporciona igualmente una ayuda continuada a los países en
vías de desarrollo, enviando expertos cuyo trabajo contribuye a la construcción y
funcionamiento de las estructuras indispensables para el progreso de la
enseñanza.
Muy recientemente la UNESCO ha provocado la formación de un Instituto
internacional de planificación de la educación, de cara al estudio y a la información
mutua en este terreno esencial.
La inteligente política de la UNESCO ha consistido en utilizar, sin absorberlos, los
organismos ya existentes o en crear organismos para fines particulares
confiriéndoles cinta autonomía intelectual, administrativa y financiera (se acaba de
ver un ejemplo). De ahí han nacido estrechas relaciones con la Oficina
Internacional de Educación y un acuerdo tendente a situar la Conferencia
Internacional de Instrucción Pública bajo la administración común de las dos
instituciones. Este régimen ha funcionado desde la sesión de 1947 a satisfacción
de todo el mundo.