CAPÍTULO VI – EL MÉTODO SINTÉTICO O CONSTRUCTIVO
Estamos en la quinta etapa de nuestro estudio. El deslindamiento de lo
inconsciente constituye un proceso, una técnica, un trabajo, que ha recibido el
nombre de función trascendente (18), porque se funda en datos reales e
imaginarios, o racionales e irracionales, y salva la honda sima que existe entre
las funciones racionales e irracionales de la psique. La función trascendente
tiene su base metodológica en una manera nueva de tratar los materiales
psicológicos (los sueños y las fantasías). Las teorías analizadas al principio se
fundan en un procedimiento exclusivamente causal-reductivo, que resuelve
el sueño (o las fantasías) en sus elementos de reminiscencia y en los procesos
instintivos que constituyen su base. Más arriba he dicho claramente hasta qué
punto está justificado este procedimiento y cuáles son también sus límites.
Este procedimiento llega a su término en el instante en que los símbolos del
sueño no pueden ya reducirse a reminiscencias o aspiraciones personales, es
decir, cuando comienzan a reproducirse las imágenes del inconsciente
colectivo. Carecería completamente de sentido el querer reducir a datos
personales estas ideas colectivas, y no sólo carecería de sentido, sino que sería
directamente perjudicial, como la experiencia me lo ha demostrado muy
desagradablemente. Las imágenes o símbolos del inconsciente colectivo no
rinden su valor sino cuando son sometidas a un tratamiento sintético (no
analítico). Así como el análisis (el procedimiento causal-reductivo) desintegra
el símbolo en sus componentes, así el procedimiento sintético integra el símbolo
en una expresión general y comprensible. El procedimiento sintético no
es precisamente sencillo; por eso quiero dar un ejemplo que pueda explicar todo el proceso.
Una enferma, que se hallaba precisamente en la frontera crítica entre el
análisis del inconsciente personal y la reproducción incipiente del
inconsciente colectivo, tuvo el siguiente sueño: Está a punto de pasar un ancho
arroyo. No hay allí ningún puente. Encuentra un sitio por donde lo puede vadear.
Pero cuando está a punto de hacerlo, la muerde en un pie un enorme cangrejo, que
estaba oculto en el agua, y no la quiere soltar. Despierta con angustia.
Ocurrencias:
1a Arroyo: Constituye un límite que difícilmente puede salvarse. . . Tengo que
pasar sobre un obstáculo… Con esto se relaciona, sin duda, el hecho de
avanzar lentamente. . . Debo llegar al otro lado.
2a Vado: Una ocasión de pasar con seguridad al otro lado. .. Un camino
posible. .. De lo contrario, el arroyo sería demasiado ancho. En el tratamiento
analítico existe la posibilidad de salvar el obstáculo.
3a Cangrejo: El cangrejo estaba completamente oculto en el agua; yo no lo vi
antes… El cáncer (19) es, desde luego, una enfermedad temible…, incurable
(recuerdo de la señora X que murió de cáncer)… Tengo miedo de esta
enfermedad… El cangrejo es un animal que marcha hacia atrás… Y quiere
evidentemente meterme en el arroyo. . . Me agarró despiadadamente y yo
experimenté una horrible angustia. . . ¿Qué es lo que no me deja avanzar?
¡Ah, ya!. . . Yo había vuelto a tener una violenta escena con mi amiga.
En esta amiga concurrían, en efecto, especiales circunstancias. Se trata de una
amistad de largos años, fanática y lindante con la homosexualidad. La amiga
se parece a la paciente en muchos puntos, y es también nerviosa. Ambas
participan en común de intereses artísticos muy intensos. Pero la paciente es
la personalidad más fuerte de las dos. Su relación recíproca es demasiado
íntima, y excluye demasiado las demás posibilidades de la vida; ambas son
nerviosas, y, a pesar de su ideal amistad, tienen entre sí violentas escenas de
escándalo, que provienen de mutua irritabilidad. Lo inconsciente quiere
poner distancia entre ellas, pero ellas no quieren advertirlo. El escándalo
comienza, generalmente, porque la una encuentra que no se comprenden y
compenetran todavía lo bastante, que es preciso que sean mutuamente
todavía más expresivas; tras de lo cual, ambas tratan de comunicarse con entusiasmo.
Con esto se produce sin tardanza, naturalmente, la mala
inteligencia, que vuelve a provocar una escena peor que las pasadas. Durante
largo tiempo, la discusión entre ambas, fue faute de mieux, una compensación
gustosa, de la que no querían privarse. Especialmente, mi enferma no podía
renunciar al dulce dolor de no ser comprendida por su mejor amiga, a pesar
de que cada escena la ponía en trance «de muerte», y había comprendido, de
mucho tiempo atrás, que esta amistad le era gravosa, y que sólo por un falso
orgullo creía poder interpretarla todavía como un ideal. La paciente tuvo ya
con su madre una relación desbordante y fantástica, y trasladó sus sentimientos
a la amiga, después de la muerte de la madre.
INTERPRETACIÓN ANALÍTICA (CAUSAL REDUCTIVA) (20)
Esta interpretación puede resumirse en una cláusula: «Veo que tengo que
pasar al otro lado, salvando el arroyo (es decir, abandonar la relación con mi
amiga) ; pero preferiría que mi amiga no me soltase nunca de sus garras
(abrazos)». O bien, expresado en forma de deseo infantil: «Quisiera que mi
madre me tuviera en su seno al modo como solía, en la forma de abrazos
efusivos». Lo incompatible del deseo radica en la fuerte corriente homosexual
que se ha demostrado suficientemente por hechos notorios. El cangrejo la
muerde en el pie, porque la paciente tiene «grandes pies masculinos»;
desempeña, respecto de la amiga, el papel de hombre, y tiene fantasías
sexuales correspondientes. Es sabido que el pie tiene un sentido fálico.
(Justificantes minuciosos de este sentido se encontrarán en Aigremont) (21). La
interpretación se reduce, pues, a esto: la razón por la cual no quiere separarse
de la amiga, es, sencillamente, que siente deseos homosexuales inconscientes
hacia ella. Como estos deseos son incompatibles, moral y estéticamente, con
la tendencia de la personalidad consciente, quedan reprimidos y permanecen
inconscientes. La angustia no es otra cosa que este deseo reprimido.
Esta interpretación es, naturalmente, la depreciación más mezquina posible
del arrebatado idealismo consciente que pone en su amistad la enferma.
Desde luego, en este momento del análisis, la enferma no me hubiera ya
tomado a mal esta interpretación. Ciertos hechos la habían ya convencido,
mucho antes, de que existía en ella una tendencia homosexual, de suerte que
pudo admitir francamente esta inclinación, a pesar de no serle precisamente
grata. Si yo le hubiera comunicado, por lo tanto, en este estadio del
tratamiento, dicha interpretación, no hubiera tropezado con resistencia; la
paciente había ya superado, por inteligente comprensión, la pesadumbre de
esta tendencia indeseada. Pero me hubiera dicho: «¿Por qué seguimos analizando
este sueño que una vez más declara lo mismo que ya sé hace mucho
tiempo?». Esta interpretación no le dice nada nuevo a la paciente; por eso
resulta sin interés y sin eficacia. En el principio del tratamiento, tal
interpretación hubiera sido en este caso completamente imposible, por la
sencilla razón de que el extraordinario pudor de la paciente no hubiera tolerado
semejante cosa en ninguna circunstancia. Fue preciso inocularle
previamente, en pequeñas dosis y con gran precaución, el «veneno» de la
comprensión, hasta que la enferma poco a poco se hizo más razonable. Y
puesto que ahora la interpretación analítica o causal reductiva no aporta ya
nada nuevo, sino siempre lo mismo, en distintas variaciones, ha llegado el
momento en que está indicado otro método de interpretación. El
procedimiento reductivo-causal tiene, en efecto, ciertos inconvenientes: 1°
Ante todo, no toma en cuenta exactamente las ocurrencias de la enferma; por
ejemplo, en este caso, la asociación de la enfermedad «cáncer» con el
«cangrejo». 2° El hecho de la peculiar elección de símbolos permanece en las
tinieblas. ¿Por qué razón, por ejemplo, la amiga madre ha de aparecer
precisamente en forma de cangrejo? Hubiera podido ser representada más
bonita y plásticamente, como ondina. Y el mismo servicio hubieran prestado
un pólipo, o un dragón, o una serpiente, o un pez. 3° El procedimiento causal
reductivo olvida y que, por consiguiente, una interpretación acabada nunca
puede referir el cangrejo solamente a la amiga o a la madre, sino también al
sujeto, a la soñadora misma. La soñadora es todo el sueño; es el arroyo, el
vado y el cangrejo, o bien estos detalles son expresiones de condiciones y
tendencias psicológicas en lo inconsciente del sujeto.
Por eso he introducido la terminología siguiente: llamo a toda interpretación,
en que las expresiones del sueño se presentan como idénticas con objetos reales,
interpretación del grado objetivo. Frente a esta interpretación se halla aquella
otra que refiere cada elemento del sueño, por ejemplo, todas las personas que
en él intervienen, al soñador mismo. Este procedimiento se llama
interpretación de grado subjetivo. La interpretación de grado objetivo es analítica,
pues descompone el contenido del sueño en complejos de reminiscencias, que
se refieren a condiciones reales. En cambio, la interpretación de grado
subjetivo es sintética, puesto que desprende de las ocasiones reales los
complejos de reminiscencias, situados en el fondo, y los presenta como
tendencias o participaciones del sujeto, al cual los asocia. (En la vivencia no
experimento yo simplemente el objeto, sino a mí mismo, en primer término;
pero sólo cuando me doy cuenta de mi vivencia) .
El procedimiento sintético o constructivo de interpretación (22) descansa, por lo tanto,
en la concepción de grado subjetivo.
INTERPRETACIÓN SINTÉTICA (CONSTRUCTIVA)
La enferma no tiene conciencia de que en ella misma está el obstáculo que
habría que salvar; este límite es difícilmente franqueable y se opone al
avance. Sin embargo, es posible salvar este límite. Sin duda, la amenaza
precisamente en este momento un peligro especial e inesperado, a saber: algo
de naturaleza «animal» (inhumano o sobrehumano), que anda hacia atrás y
hacia el fondo, y que quisiera arrastrar a la soñadora con su personalidad
completa. Este peligro viene a ser como una enfermedad que mata, que surge
ocultamente y es incurable (prepotente). La enferma se imagina que la amiga
la entorpece y la arrastra hacia abajo. Mientras cree esto, ha de influir,
naturalmente, en la amiga, ha de «sublimarla», instruirla, mejorarla, educarla;
ha de hacer esfuerzos idealistas, tan inútiles como insensatos, para evitar el
ser arrastrada hacia abajo por ella. Los mismos esfuerzos hace, naturalmente
también, la amiga; pues se halla en el mismo caso que la enferma. Así, ambas
se acometen como gallos de pelea, y cada una quiere volar sobre la cabeza de
la otra. Cuanto más alto se eleva la una, más alto puja la otra. ¿Por qué?
Porque ambas piensan que todo consiste en la otra, en el objeto. La concepción
de grado subjetivo resuelve este absurdo. El sueño muestra, en
efecto, a la paciente que ella misma tiene algo en sí que la impide salvar el
obstáculo, pasar de una postura o disposición a la otra. Esta interpretación
del cambio de sitio como un cambio de actitud se comprueba por la manera
de expresarse en ciertos idiomas primitivos, donde, por ejemplo, la frase «estoy
con idea de ir», suena en esta forma: «estoy en el lugar de la idea». Para
comprender el lenguaje del sueño necesitamos, naturalmente, amplios
paralelos tomados de la psicología del simbolismo primitivo e histórico;
porque los sueños proceden en lo esencial de lo inconsciente, en donde están
contenidas las posibilidades funcionales remanentes de todas las épocas pretéritas
de la evolución y de la historia.
Todo depende, pues, de comprender lo que quiere decir el cangrejo. En
primer lugar, sabemos que es algo que aparece en la amiga (porque a la
amiga refiere la paciente el cangrejo) y también algo que apareció en la
madre. Con respecto a la enferma, es indiferente que la madre y la amiga
tengan, realmente, dicha cualidad. La situación sólo se modifica al modificarse
la paciente. En la madre no hay nada ya que modificar, puesto que ha
muerto. Y la amiga no puede ser obligada al cambio. Si ella no quiere
modificarse, es cuestión suya personal. El hecho de que apareciese dicha
cualidad ya en la madre indica algo infantil. ¿Qué es, pues, lo común en la lenta
y fanática exigencia de amor, por cuyo apasionamiento la enferma se
siente dominada. Esta exigencia tiene, pues, el carácter del anhelo infantil
arrebatado, que es ciego, como todo el mundo sabe. Se trata, por lo tanto, de
un fragmento de libido, pero no educado, no diferenciado, no humanizado, y
que posee todavía el carácter de un instinto irrefrenable, no amansado por la
domesticación. Para tal fragmento de libido, el animal es un símbolo
absolutamente acertado. ¿Mas por qué ese animal es, precisamente, un cangrejo?
La paciente asocia a él la enfermedad del cáncer de que murió la
señora X, y por cierto casi a la misma edad en que la paciente se encuentra.
Podría, pues, tratarse de una identificación interpretativa con la señora X.
Investiguemos a esta señora. La paciente refiere de ella lo que sigue: La
señora X se quedó pronto viuda. Era muy alegre y divertida. Tuvo una serie
de aventuras con hombres, especialmente con un hombre singular, un gran
artista, a quien nuestra enferma conoció personalmente. Este artista producía
siempre en nuestra paciente una impresión notable de fascinación y
desasosiego.
La identificación siempre se basa en una semejanza inconsciente, no
realizada. ¿Y cuál es la semejanza de nuestra enferma con la señora X? Pude
entonces rememorar en la enferma una serie de fantasías y sueños anteriores,
que demostraron claramente que también la enferma tenía una vena de
frivolidad; pero la había siempre reprimido angustiosamente, porque temía
que esta tendencia, que adivinaba oscuramente en sí misma, la indujera a una
vida inmoral. Con esto hemos adquirido una nueva aportación esencial para
conocer el elemento «animal»; es decir, se trata otra vez del mismo deseo
indómito e instintivo, pero que en este caso se dirige hacia los hombres. Al
mismo tiempo comprendemos ahora otro motivo por el cual no quiere
desprenderse de su amiga, a saber: tiene que permanecer unida a su amiga,
para no caer en otra tendencia, que le parece mucho más peligrosa. Por eso se
mantiene en el grado infantil, homosexual, que le sirve de protección. (Como
enseña la experiencia, éste es uno de los motivos más eficaces que inducen a
mantener relaciones inadecuadas, infantiles). Pero en este elemento está
también su salud, la semilla de la futura personalidad fuerte, que no se asusta
ante el peligro de la vida humana.
Mas la paciente había sacado otra conclusión de la suerte de la señora X.
Interpretó su repentina y grave enfermedad y su muerte prematura como un
castigo del destino por la vida liviana de esta señora, hacia la que siempre
había sentido envidia la paciente (aunque sin confesárselo). Cuando la señora
X murió, la enferma puso moralmente una cara muy larga, que ocultaba una
malignidad «humana, harto humana». En castigo de esto, la paciente ahora se
atemorizaba, en su vida y su desarrollo, con el ejemplo de la señora X, y había
aceptado la carga de la tormentosa amistad. Naturalmente, todo este proceso
no había llegado a ser claramente consciente; de lo contrario, nunca hubiera
llegado a proceder así. Pero la exactitud de esta comprobación se deducía
fácilmente de todos los hechos.
Con esto no hemos terminado la historia de esta identificación en modo
alguno. La enferma hizo ulteriormente la observación de que la señora X
tenía una aptitud artística muy notable, que no se desarrolló en ella hasta
después de la muerte de su marido y que la llevó luego a la amistad con el
citado artista. Este dato parece contarse entre los motivos esenciales de la
identificación, si recordamos que la enferma refería cuán grande y
verdaderamente fascinadora había sido la impresión que el repetido artista
había hecho sobre ella. Semejante fascinación nunca surge exclusivamente de
una persona para recaer sobre la otra, sino que es un fenómeno de relación, en
la que dos personas se ligan, debiendo la persona fascinada poseer para ello
una disposición correspondiente. Pero esta disposición ha de ser inconsciente;
de lo contrario no tiene lugar ningún efecto fascinador. La fascinación, en
efecto, es un fenómeno de coacción, al que falta motivación consciente; no es
un proceso volitivo, sino un fenómeno que surge de lo inconsciente y avasalla
coactivamente lo consciente. Todas las coacciones proceden de motivos inconscientes.
Hay que suponer, por lo tanto, que la paciente posee una disposición
(inconsciente) semejante a la del artista. La paciente se ha identificado, pues,
también con un hombre. Aquí debemos recordar el análisis del sueño, donde
tropezamos con la identificación de lo «masculino» (el pie). De hecho, la
paciente desempeña un papel enteramente masculino con respecto a su
amiga; es la activa, la que constantemente da el tono, la que gobierna a la
amiga y en ocasiones la obliga un poco violentamente a algo que sólo la enferma
desea. Su amiga es netamente femenina, incluso en su apariencia
exterior, mientras que la paciente tiene hasta exteriormente cierto tipo
masculino. Su voz es más fuerte y grave que la de la amiga. La señora X es
descrita como una mujer muy femenina, comparable en suavidad y
amabilidad a su amiga, según dice la enferma. Esto nos proporciona otra
pista: la paciente desempeña manifiestamente el papel del artista con respecto
a la señora X, pero trasladado a su amiga. Así cumple inconscientemente su
identificación con la señora X y con su amante. Con lo cual vive, en efecto, esa
vena de liviandad que con tanta angustia hubo de reprimir; pero no la vive
conscientemente, sino que es juguete de esta tendencia inconsciente.
Ya sabemos, pues, muchas cosas sobre el cangrejo: este animal representa la
psicología interior del trozo de libido no domado. Las identificaciones
inconscientes se orientan siempre en el mismo sentido. Tienen esta fuerza,
porque son inconscientes, y por consiguiente, inasibles por ninguna evidencia
y norma. El cangrejo es, por lo tanto, el símbolo de los contenidos
inconscientes. Estos contenidos tienden, naturalmente, a mantener siempre a
la enferma en relación con su amiga. (El cangrejo anda hacia atrás). La
relación con la amiga es empero sinónima de enfermedad, pues por ella cayó
la paciente en estado de nerviosismo. (De ahí la asociación con la enfermedad).
Este elemento pertenece, propia y rigurosamente tomado, al análisis de grado
objetivo. Pero no hemos de olvidar que hemos llegado a él por aplicación del
grado subjetivo, el cual se manifiesta, por tanto, como un importante principio
heurístico (23). Con los resultados hasta ahora obtenidos podríamos declararnos
prácticamente satisfechos. Pero tenemos que satisfacer también las exigencias
de la teoría, pues todavía no hemos interpretado todas las ocurrencias, ni
contrastado suficientemente la significación de los símbolos elegidos.
Recojamos ahora la observación de la paciente de que el cangrejo estaba
oculto en el arroyo, debajo del agua, y que ella no lo había visto antes. No
había, pues, visto antes esas relaciones inconscientes que acabamos de
explicar; ocultábanse en el agua. El arroyo es el obstáculo que la impide
pasar. Precisamente estas relaciones inconscientes, que la ligaban a su amiga,
eran para ella un obstáculo. Es decir, el obstáculo era lo inconsciente. El agua
tiene, por lo tanto, la significación de lo inconsciente, en este caso, o mejor
dicho, de la inconsciencia, de la ocultación; porque el cangrejo es también algo
inconsciente, pero representa la dosis de libido que en lo inconsciente se oculta.
Notas:
18 * Hasta más tarde no he sabido que el concepto de función trascendente se emplea también en
las matemáticas superiores; y, por cierto, para designar la función de números reales e imaginarios.
19 * En alemán, la misma palabra significa cangrejo y cáncer.
20 * Una concepción paralela de ambas interpretaciones se encuentra en el recomendable libro de
Silberer: Problemas de la mística y de su simbolismo.
21 ** Fuss und Schuksymbolik (El simbolismo de los pies y los zapatos). Leipzig, 1909.
22 * Jung: Der Inhalt der Ptychose, 2a edición. Apéndice. En otro sitio he llamado también a este
procedimiento «método hermenéutico’ . Véase Coll. Pop. on Analyt Psych, 2a edición, 1917
23 * Adecuado para el descubrimiento.
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