Manuscrito E. ¿Cómo se genera la angustia?. (sin fecha. ¿junio de 1894?)
Con mano segura pones el signo de interrogación donde yo siento el punto débil. Sobre esto, sólo sé lo siguiente.
Enseguida tuve en claro que la angustia de mis neuróticos tiene mucho que ver con la sexualidad, y en verdad me sorprendió la seguridad con que el coitus interruptus perpetrado en la mujer conduce a la neurosis de angustia. Ahora bien, al comienzo seguí dos vías falsas. Creí que la angustia que padecen los enfermos se debía concebir como continuadora de la sentida en el acto sexual, vale decir que en verdad sería un síntoma histérico. Los vínculos entre neurosis de angustia e histeria son asaz manifiestos. Podía señalar dos órdenes de ocasiones para la sensación de angustia en el coitus interruptus: en la mujer, el temor de quedar embarazada; en el hombre, el cuidado de que fallara su artificio [anticonceptivo]. Ahora bien, en diversos casos me convencí de que una neurosis de angustia se presenta también allí donde no contaban esos dos factores, donde a la gente en el fondo no le importaba si tenían un hijo.
Entonces, la de la neurosis de angustia no era una angustia histérica, recordada, continuada .
Un segundo punto firme, de extrema importancia, se me ofreció mediante la siguiente observación: la neurosis de angustia aqueja tanto a mujeres anestésicas en el coito normal como a las sensibles. Esto es muy asombroso, pero sólo puede tener el sentido de que la fuente de la angustia no ha de buscarse dentro de lo psíquico. Por tanto, se sitúa en lo físico, lo que produce angustia es un factor físico de la vida sexual. Ahora bien, ¿cuál? A este propósito, resumo los casos en que hallé angustia proveniente de una causa sexual. A primera vista parecen muy dispares.
1. Angustia en personas virginales (percepciones y comunicaciones sexuales, vislumbres de la vida sexual); corroborada por numerosos ejemplos seguros, en ambos sexos, prevaleciendo las mujeres. No rara vez, indicio en un eslabón intermedio, una sensación del tipo de una erección, que se genera en los genitales.
2. Angustia en personas voluntariamente abstinentes, mojigatos (un tipo de neurópatas). Son hombres y mujeres que se distinguen por su pedante minuciosidad y su sentido de la limpieza, para quienes todo lo sexual es horroroso; estas mismas personas se inclinan a procesar la angustia en fobias, acciones obsesivas, folie du doute.
3. Angustia de las abstinentes forzosas, mujeres que son desdeñadas por el marido o no son satisfechas por falta de potencia. Esta forma de la neurosis de angustia es, con certeza, adquirible, y a menudo se combina con neurastenia a raíz de las circunstancias colaterales.
4. Angustia de las mujeres que viven en coitus interruptus, O , lo que es semejante, de las mujeres cuyo marido tiene eyaculación precoz; vale decir, personas que tras estimulación física no llegan a la satisfacción,
5. Angustia de los hombres que practican el coitus interruptus, y, además, de aquellos que se excitan de diversas maneras y no aprovechan la erección para el coito.
6. Angustia de los hombres que van más allá de su placer o sus fuerzas, personas ancianas cuya potencia cede no obstante lo cual se fuerzan al coito.
7. Angustia de los hombres que se abstienen ocasionalmente, hombres jóvenes casados con mujeres más viejas que en verdad les causan horror, o de los neurasténicos que se han retraído de la masturbación mediante un quehacer espiritual sin practicar el coito a cambio, o que a raíz de un incipiente debilitamiento de potencia en el matrimonio se abstienen a causa de unas sensaciones post coitum.
En los casos restantes, el nexo de la angustia con la vida sexual no era evidente (se lo podía establecer en teoría).
¿Cómo se unifican estos diversos casos? La abstinencia es recurrente en la mayoría de ellos.
Aleccionado por el hecho de que aun las anestésicas se angustian con el coitus interruptus, uno diría que se trata de una acumulación física de excitación, es decir, una acumulación de tensión sexual física. La acumulación es consecuencia de una descarga estorbada; por tanto, la neurosis de angustia es una neurosis de estasis como la histeria; de ahí la semejanza, y puesto que la angustia no está contenida dentro de lo estancado, uno expresará el hecho diciendo que la angustia ha surgido por mudanza desde la tensión sexual acumulada.
Aquí se interpola una noticia, adquirida simultáneamente, sobre el mecanismo de la melancolía.
Con particular frecuencia, los melancólicos han sido anestésicos; no tienen ninguna necesidad (y ninguna sensación) de coito, sino una gran añoranza por el amor en su forma psíquica -una tensión psíquica de amor, se diría, cuando esta se acumula y permanece insatisfecha, se genera melancolía. Este sería, pues, el correspondiente de la neurosis de angustia.
Cuando se acumula tensión sexual física – neurosis de angustia.
Cuando se acumula tensión sexual psíquica – melancolía.
Ahora bien, ¿por qué la mudanza en angustia a raíz de la acumulación? Para esto se debería entrar a considerar el mecanismo normal de la tramitación de tensión acumulada. Se trata del segundo caso, el caso de una excitación endógena. En una excitación exógena, el aumento es más simple. La fuente excitadora está fuera y envía a la psique un aumento de excitación que es tramitado con arreglo a su cantidad. Para ello basta cualquier reacción que aminore en el mismo quantum la excitación psíquica.
Diversamente ocurre con la tensión endógena, cuya fuente se sitúa en el cuerpo propio (hambre, sed, pulsión sexual). Aquí sólo valen reacciones específicas(223) ; las que impiden que se siga produciendo excitación en los órganos terminales correspondientes, no importa que esas reacciones sean asequibles con un gasto grande o un gasto pequeño [de energía]. Uno puede representarse aquí que la tensión endógena crece de manera continua o de manera discontinua; en cualquier caso, sólo se la nota cuando ha alcanzado cierto umbral. Sólo a partir de ese umbral es valorizada {verwerten) psíquicamente, entra en relación con ciertos grupos de representaciones ) que luego ponen en escena el remedio específico. Entonces, a partir de cierto valor, una tensión sexual despierta libido psíquica que luego lleva al coito, etc. Si la
reacción específica no puede producirse, crece desmedidamente la tensión psicofísica (el afecto sexual), se vuelve perturbadora, pero no hay todavía fundamento alguno para su mudanza. Ahora bien, en la neurosis de angustia esa mudanza sobreviene; por eso, ahora nos aflora el pensamiento de que ahí se trataría del siguiente descarrilamiento: la tensión física crece, alcanza su valor de umbral con el que puede despertar afecto psíquico, pero por razones cualesquiera el anudamiento psíquico que se le ofrece permanece insuficiente, es imposible llegar a la formación de un afecto sexual porque faltan para ello las condiciones psíquicas: así, la tensión física no ligada psíquicamente se muda en … angustia.
Si uno acepta la teoría hasta este punto, exigirá que en la neurosis de angustia se pueda comprobar un déficit de afecto sexual, de libido psíquica. Y ello es corroborado por la observación. Todas las pacientes se indignan por el nexo formulado, arguyendo que, por el contrario, no tienen ahora placer alguno, etc. Los hombres suelen confirmar como percepción que desde que están angustiados no sienten ningún placer sexual.
Examinemos ahora si este mecanismo se ajusta a los diversos casos antes enumerados:
1. Angustia virginal. Aquí el ámbito de representación destinado a acoger la tensión psíquica no está todavía presente, o su presencia es insuficiente, y viene a sumarse una desautorización psíquica como resultado secundario de la educación. Armoniza muy bien.
2. Angustia de los mojigatos. Es el caso de la defensa, rehusamiento psíquico directo, que imposibilita el procesamiento de la tensión sexual. Es también el caso de las frecuentes representaciones obsesivas. Armoniza muy bien.
3. Angustia de la abstinencia forzosa. En realidad es lo mismo, pues tales mujeres se crean las más de las veces, para no caer en tentación, un rehusamiento psíquico. Este último es aquí ocasional, mientras que en el caso 2 es de principio.
4. Angustia del coitus interruptus en mujeres. Aquí el mecanismo es más simple. Se trata de una excitación endógena que no se genera [espontáneamente], sino que es producida, pero no en la medida en que pudiera despertar afecto psíquico. Artificialmente se establece una enajenación entre acto físico-sexual y su procesamiento psíquico. Si en este caso la tensión endógena se acrecienta además por sí misma, no encuentra procesamiento alguno y crea angustia. Aquí puede haber libido, pero no simultáneamente con angustia.
Por tanto, aquí, tras rehusamiento psíquico, una enajenación psíquica; tensión endógenamente generada tensión aportada.
5. Angustia del coitus interruptus o reservatus en los hombres. El caso más claro es el del coitus reservatus, pues el coitus interruptus se puede en parte concebir como coito reservado.
Se trata, otra vez, de un desvío psíquico, pues a la atención se le impone otra meta y se le ataja el procesamiento de la tensión psíquica.
A pesar de lo dicho, la explicación del coitus interruptus necesita probablemente ser mejorada.
6. Angustia de la potencia en disminución o de la libido insuficiente. Lo que aquí no es trasposición de la tensión física en angustia a causa de senilidad, se explica por el hecho de que al acto singular no se le puede procurar un placer psíquico suficiente.
7. Angustia de los hombres que sienten disgusto, neurasténicos abstinentes. Lo primero no exige una explicación nueva; lo segundo es quizás una forma particular, debilitada, de neurosis de angustia, porque esta de ordinario se concreta sólo en hombres de potencia cabal, y acaso tenga que ver con que el sistema nervioso neurasténico no tolera una acumulación de tensión física, ya que a la masturbación se conecta el acostumbramiento a una frecuente y completa falta de tensión.
En conjunto, esto no armoniza mal. Toda vez que una tensión sexual física se genera con abundancia, pero no puede devenir afecto en virtud de un procesamiento psíquico (a causa de un desarrollo deficiente de la sexualidad psíquica, a causa de un intento de sofocarla [defensa], a causa de su decadencia o de una enajenación habitual entre sexualidad física y psíquica), la tensión sexual se muda en an gustia. Y esto implica también una acumulación de tensión física y obstaculización de la descarga hacia el lado psíquico.
Ahora bien, ¿por qué la mudanza es justamente en angustia? Angustia es la sensación producida por la acumulación de un estímulo endógeno diverso, el estímulo de respirar, que, por no conocer otro procesamiento psíquico, es entonces susceptible de aplicación para una tensión física acumulada en general. Además, si uno examina más de cerca los síntomas de la neurosis de angustia, descubre que en ella el gran ataque de angustia se presenta también fragmentado, o sea: sólo disnea, sólo palpitaciones, sólo sensación de angustia, y una combinación de estas. Y mirado con más atención, estos son los caminos de inervación que de ordinario sigue también la tensión psicosexual, aun cuando entra en procesamiento psíquico. La disnea, las palpitaciones, son las del coito que en este caso constituyen por así decir las únicas salidas de la excitación, mientras que de ordinario sólo se usan como unas descargas colaterales. Hay una suerte de conversión en la neurosis de angustia, igual que en la histeria (de nuevo la semejanza); sólo que en la histeria es una excitación psíquica la que entra por un camino falso, exclusivamente por lo somático, y aquí es una tensión física la que no puede ir por lo psíquico y a raíz de ello permanece en el camino físico. Esto se combina con enorme frecuencia.
Hasta este punto he llegado hoy. Es menester llenar muchas lagunas; considero que esto es incompleto, algo me falta, pero creo que el fundamento es correcto. Desde luego que está absolutamente inmaduro para publicar. Sugestiones, ampliaciones y, en fin, refutaciones y esclarecimientos , serán recibidos con suma gratitud.