NEUROSIS EN LOS NIÑOS
Además me parece que no sabemos mucho sobre la estructura mental del individuo normal o de las dificultades que acosan su inconsciente, puesto que ha sido mucho menos objeto de investigación psicoanalítica que el neurótico. La experiencia analítica con niños sanos de diversas edades, me ha convencido de que aunque su yo reacciona de manera normal, tiene también que enfrentar grandes cantidades de ansiedad, graves culpas inconscientes y profunda depresión, y de que, en algunos casos, lo único que distingue sus dificultades de las de los niños neuróticos es la elaboración activa y optimista de sus dificultades. El resultado obtenido por el tratamiento analítico de estos casos, ha probado su valor aun para los niños que tienen neurosis muy leves . No puede haber duda alguna de que, disminuyendo su ansiedad y sentimiento de culpa y efectuando cambios fundamentales en su vida sexual, el análisis puede ejercer una gran influencia sobre el futuro, no sólo de los niños neuróticos, sino también de los normales . La siguiente cuestión a considerar es hasta qué punto el análisis de un niño puede considerarse terminado. En los adultos podemos llegar a esta conclusión por varios signos, tales como la capacidad del paciente para trabajar, amar, cuidar de si mismo en las circunstancias en las que se halla colocado y realizar las decisiones necesarias en el curso de su vida. Si nosotros conocemos qué factores son los que conducen al fracaso en el adulto y si estamos alertas a la presencia de factores similares en los niños, poseemos una guía segura para decidir si un análisis ha alcanzado su término o no.
En la vida adulta el individuo puede sucumbir a una neurosis, a defectos caracterológicos, perturbaciones de su capacidad de sublimación, o a perturbaciones de su vida sexual. En cuanto a su neurosis, su presencia puede descubrirse a una edad muy temprana, como he tratado de demostrar, por diversos signos, leves pero característicos; y su cura, a esa edad, es la mejor profilaxis contra su aparición en los años posteriores. En cuanto a los defectos y dificultades caracterológicos, también se previenen mejor eliminándolos en la infancia. En cuanto al tercer punto, el juego de los niños, que nos permite penetrar tan profundamente en sus mentes, nos da una idea de cuándo su análisis ha terminado con respecto a su futura capacidad de sublimación. Antes de que podamos considerar que el análisis de un niño pequeño ha sido completado, sus inhibiciones en el juego deben haber disminuido ampliamente . Cuando esto sucede, su interés en el juego adecuado a su edad no sólo se hace más profundo y estable, sino que también se extiende en distintas direcciones.
Si como resultado del análisis, el interés obsesivo del niño por un solo juego se hace más amplio y cubre muchas otras formas de juego, este proceso es equivalente a la expansión de intereses y al aumento de capacidad de sublimar que se logra en el análisis de un adulto. De este modo, comprendiendo el juego de los niños, podemos calcular su capacidad de sublimación en los años venideros y podemos también decir cuándo un análisis lo ha resguardado suficientemente contra futuras inhibiciones en su capacidad para aprender y trabajar.
Finalmente, el desarrollo de los intereses del niño en los juegos y las variaciones en calidad y cantidad que presentan, nos permite medir si su vida sexual en la fase adulta estará construida sobre buenos cimientos. Esto puede ilustrarse con el análisis de dos niños pequeños, un varón y una niña. Kurt, de 5 años, se ocupaba al principio, como la mayoría de los niños, con motores y trenes de mi mesa de juegos. Los elegía entre otros juguetes y jugaba con ellos, comparaba su tamaño y poder y los hacía viajar hasta un punto dado, expresando de este modo simbólico y, típicamente de acuerdo con mi experiencia, una comparación de su pene, su potencia y su personalidad, como un todo, con los de su padre y hermanos. Se pudo haber supuesto que estas acciones indicaban en él una actitud heterosexual activa y normal, pero su naturaleza marcadamente aprensiva y poco masculina daba una impresión opuesta , y a medida que el análisis avanzaba se fue confirmando la verdad de esta impresión. Sus juegos, que representaban su rivalidad con su padre por la posesión de su madre, se interrumpieron con la aparición de una grave ansiedad. Parecía que había desarrollado una actitud predominantemente pasiva homosexual, pero que debido a la ansiedad no había podido mantener tampoco esta actitud, y por lo tanto, buscaba refugio en fantasías megalomaníacas. Sobre esta base irreal pudo poner en primer plano y exagerar, tanto para él como para otros, una parte de las tendencias activas y masculinas que permanecían todavía actuantes en él.
A menudo me he referido al hecho de que el juego de los niños, como los sueños, es una fachada, y que sólo podemos descubrir su contenido latente por medio del análisis completo, del mismo modo que descubrimos el contenido latente de los sueños. Pero dado que el juego, debido a su más íntima relación con la realidad y a su importancia como vehículo para la expresión de fantasías, sufre una elaboración secundaria mayor, es sólo muy gradualmente, observando los cambios sucesivos que tienen lugar en los juegos de los niños, que podemos llegar a conocer las diversas corrientes de pensamiento y sentimiento que fluyen bajo ellos.
Hemos visto en Kurt que la actitud masculina activa que exhibía en sus primeras horas de análisis era en su mayor parte sólo aparente y que pronto fue destruida por la aparición de una grave ansiedad. Esto marcó el comienzo del análisis de su actitud homosexual pasiva, pero fue sólo después de un largo período de tratamiento (que ocupó en total cerca de 450 sesiones) que la ansiedad que se oponía a esta actitud fue reducida en cierto grado. Cuando se logró, los animales de juguete, que originariamente representaban aliados imaginarios en su lucha contra su padre, aparecieron como niños, y su actitud femenina pasiva y el deseo de niños que derivaba de esta tendencia encontró ahora una expresión más clara .
El análisis del miedo de Kurt a la «madre con pene» y de su terror excesivo al padre tuvo el efecto de aumentar y, una vez más, colocar en primer plano su posición heterosexual activa. Pudo dar una expresión más estable en su juego a sus sentimientos de rivalidad con su padre. Una vez más retomó los juegos que había jugado en el comienzo de su análisis, pero esta vez más estable e imaginativamente. Por ejemplo, tomaba gran cuidado en la construcción de garajes en los cuales se alojaban motores, y era incansable para agregarles nuevos elementos y perfeccionarlos; o construía diferentes clases de pueblos o ciudades para que los autos realizaran expediciones a ellos, expediciones que simbolizaban su rivalidad con su padre por la posesión de su madre. En el placer y cuidado que ponía en la construcción de pueblos, ciudades y garajes, expresaba su deseo de restaurar a su madre, a la que había atacado en su imaginación. Al mismo tiempo su actitud hacia su madre sufrió un cambio completo en la vida real. A medida que su ansiedad y sentimiento de culpa disminuían y él se hacía más capaz de formar tendencias reactivas, comenzó a adoptar una actitud más afectuosa hacia ella.
El fortalecimiento gradual de sus impulsos heterosexuales se registró en numerosas modificaciones realizadas en su juego. Al principio, detalles aislados del mismo demostraron que también aquí todavía predominaban sus fijaciones pregenitales, o más bien alternaban continuamente con sus fijaciones genitales. Por ejemplo, la carga que el tren traía a la ciudad o que el camión entregaba en la casa, a menudo simbolizaban excrementos. En este caso deberían ser entregados por la puerta de atrás. El hecho de que estos juegos representaban un violento coito anal con su madre, se evidenció en el hecho, entre otras cosas, de que al descargar, digamos carbón de un camión, el jardín o la casa a menudo se estropeaban, la gente de la casa se enojaba y el juego se detenía debido a su ansiedad.
El acarreo de diferentes clases de cargas ocupó totalmente, con gran riqueza de detalles, una parte del análisis de Kurt . A veces eran camiones yendo a buscar mercaderías al mercado o llevándolas allí, a veces gente que hacía un largo viaje con todos sus equipajes, en cuyo caso sus posteriores asociaciones de juego demostraban que lo que estaba representando era una fuga y que los artículos eran cosas que habían sido tomadas o robadas del cuerpo de su madre. Las variaciones en puntos menos importantes fueron muy instructivas. Por ejemplo, Kurt expresaba la supremacía de sus fantasías analsádicas entregando las mercaderías por la puerta de atrás . Un poco más tarde hizo lo mismo, pero esta vez con el pretexto de que tenía que evitar la entrada principal. Sus asociaciones con respecto al jardín del frente (los genitales femeninos) evidenciaron que su fijación al ano fue reforzada por su rechazo de los genitales femeninos, rechazo que estaba basado en su miedo a los mismos, que tenía muchos determinantes, siendo uno de ellos una fantasía de encontrar el pene de su padre mientras copulaba con su madre.
Este miedo, que tiene a menudo un efecto inhibidor, puede también actuar como estímulo para el desarrollo de ciertas fantasías sexuales. Las tentativas del niño de mantener sus impulsos heterosexuales a pesar de su miedo al pene del padre y de su fuga del mismo, pueden también conducir a peculiaridades en su vida sexual en los años adultos. Una fantasía típica de los muchachos de esa edad, y también de Kurt, es la de copular con su madre conjuntamente con su padre o turnándose con él. En ella están implicadas fantasías genitales y pregenitales o predominantemente genitales. En los juegos de Kurt, por ejemplo, dos hombres de juguete o dos carros se introducían por la puerta de un edificio que representaba el cuerpo de su madre, siendo la otra entrada el ano. Estos dos muñecos a menudo estaban de acuerdo para entrar juntos por la puerta principal o por turno, o si no uno de ellos vencía al otro. En esta lucha, el más pequeño Kurt mismo ganaba sobre el mayor su padre transformándose en un gigante. Pero poco después se veía una reacción de ansiedad y él huía de distintos modos, siendo uno de ellos tomar la otra entrada, dejando la del frente a la figura paterna. Este ejemplo demuestra cómo el miedo del niño a la castración obstaculiza el establecimiento de su estadío genital y refuerza su fijación, o más bien su regresión, a sus estadíos pregenitales. Pero el resultado inmediato no es siempre una regresión al estadío pregenital. Si la ansiedad del niño no es demasiado fuerte, puede recurrir a muchas clases de fantasías que pertenecen al nivel genital además de las ya mencionadas aquí.
Lo que como niño el individuo nos presenta en estas fantasías de juego, aparecerán en él en su adultez como una condición para su vida amorosa. Las fantasías de Kurt de los dos muñecos entrando en un edificio por diferentes partes o usando el mismo lado, ya sea juntos o alternativamente, ya sea después de una lucha o de común acuerdo, manifiestan los diferentes modos en que un individuo se comportará en una situación «triangular» en la que él será el tercero. En tal situación puede tomar la posición del «tercero injuriado» o del amigo de la familia que vence al marido o lucha con él. Otro efecto de la ansiedad puede ser disminuir la frecuencia de estos juegos, que representan coito, y este defecto aparecerá en la vida futura como potencia disminuida o perturbada del individuo en cuestión. Hasta qué punto podrá liberar las fantasías sexuales de su infancia en la vida futura también dependerá de otros factores de su desarrollo, en especial de sus experiencias en la realidad, pero, fundamentalmente, las condiciones bajo las cuales podrá amar están delineadas en todos sus detalles en las fantasías de juego de los primeros años.
Estas fantasías, por el modo como se desarrollan, muestran que a medida que los impulsos sexuales avanzan al nivel genital, también se desarrolla su capacidad para la sublimación, y que la sublimación y la sexualidad están interrelacionadas. Kurt, por ejemplo, hizo una casa que sería sólo para él. La casa era su madre, de quien quería ser el único poseedor. Al mismo tiempo no podía nunca hacer lo bastante en el sentido de planear bien la casa y embellecerla.
Las fantasías de juego de esta naturaleza nos dan ya la línea de alejamiento de sus objetos de amor que el niño efectuará más tarde. Un paciente pequeño solía representar el cuerpo de su madre por medio de mapas; al principio quería tener hojas de papel cada vez más grandes para hacer mapas lo más grandes posible. Luego, después que este juego había sido interrumpido por una reacción de ansiedad, comenzó a hacer lo opuesto, mapas muy pequeños. Su tentativa de representar por la pequeñez de las cosas que diseñaba, la disimilitud y alejamiento de su gran objeto originario su madre fracasó, y sus mapas se hicieron de nuevo más y más grandes, hasta que por último alcanzaron su tamaño originario y una vez más interrumpió su dibujo por la ansiedad. La misma idea la expuso en las muñecas de papel que cortaba. La muñequita que siempre terminaba por dejar de lado por una grande, se vio que era una amiga pequeña que él trataba de cambiar por su madre como objeto de amor. Así vemos que aun la capacidad del individuo para alejarse libidinalmente de sus objetos en la pubertad, tiene sus raíces en los primeros años, y que el análisis del niño pequeño es de gran ayuda para facilitar este proceso.
A medida que su análisis continuaba, el niño se hizo más capaz de efectuar en juegos y sublimaciones estas fantasías heterosexuales, en las que se atrevía a luchar con su padre por la posesión de la madre. Sus fijaciones pregenitales disminuían, y la lucha misma cambió mucho en carácter. Su sadismo disminuyó, de modo que su parte en la lucha fue menos ardua desde que despertó menos ansiedad y culpa. Su mayor habilidad para realizar o llevar a cabo sus fantasías en el juego, serena e ininterrumpidamente, e introducir elementos de realidad más satisfactoriamente, son un indicio de que posee los cimientos de su potencial sexual en su vida futura. Estos cambios en el carácter de las fantasías y juegos están siempre acompañados por otros cambios importantes en la personalidad total y hacen al niño más libre y activo en su comportamiento, como se ve por la desaparición de numerosas inhibiciones y por su cambiada actitud frente a su medio ambiente mediato e inmediato.
Volvamos ahora a nuestro segundo ejemplo sobre el modo en que las fantasías de juego arrojan luz sobre la vida sexual posterior de una niña. Rita, de 2 años y 9 meses, estaba gravemente inhibida en el juego. Lo único que podía hacer con evidentes inhibiciones y de muy mala gana era jugar con sus muñecas y animalitos de juguete. Aun esta ocupación tenía más bien el carácter de un síntoma obsesivo, porque consistía casi enteramente en lavarlos y cambiarles continuamente la ropa de un modo compulsivo. Tan pronto como introducía un elemento imaginativo en estas actividades, es decir, tan pronto como comenzaba a jugar en el verdadero sentido de la palabra, tenía una crisis de ansiedad inmediata y detenía el juego . El análisis demostró que su actitud maternal y femenina estaba pobremente desarrollada y que en sus juegos con la muñeca apenas jugaba la parte de la madre. Su relación con ésta era principalmente de identificación. En esta identificación su intenso miedo de estar sucia o destruida en su interior o de ser mala, la impulsaba a continuar limpiando su muñeca y cambiar sus ropas. Sólo después que su complejo de castración fue analizado en parte, se vio que el juego obsesivo con su muñeca en el comienzo mismo del análisis, había expresado ya su más profunda ansiedad, es decir, el miedo de que su madre le robara los niños de su interior.
En la época en que su complejo de castración estuvo en el primer plano, Rita hizo que su osito de juguete representara el pene que había robado a su padre , con la ayuda del cual quería suplantarlo en la posesión del amor de la madre. En esta parte de su análisis tenía ansiedad de conexión con fantasías masculinas de esta naturaleza. Sólo cuando se analizó su ansiedad más profunda, perteneciente a la actitud maternal y femenina, fue que su actitud cambió realmente y que ella demostró una genuina actitud maternal hacia su oso y muñeca. Mientras besaba y abrazaba a su oso y lo llamaba con nombres cariñosos dijo una vez: «Ahora no soy desgraciada. Ya no soy más desgraciada porque tengo, después de todo, un niñito tan querido» . Se hizo evidente que ahora había logrado el estadío en el que las tendencias genitales, los impulsos heterosexuales y la actitud maternal son prominentes, por muchos indicios, entre otros, por su cambiada actitud hacia sus objetos. Su aversión a su padre, que anteriormente había sido tan acentuada, dio lugar a una actitud afectuosa .
La razón por la cual podemos predecir a través del carácter y desarrollo de las fantasías de juego en los niños lo que será su vida sexual en los años posteriores, es que todos sus juegos y sublimaciones están basados en fantasías de masturbación. Si, como creo, sus juegos son un medio de expresar sus fantasías de masturbación y encontrar una salida para las mismas, se comprende que el carácter de sus fantasías de juego indique el carácter de su vida sexual adulta y también que el análisis del niño pueda no sólo traer mayor estabilidad y capacidad para la sublimación en la niñez, sino también asegurar un bienestar mental y perspectivas de felicidad en la madurez