DESARROLLO
Según Franco, Jiménez, Monardes& Soto Pérez (2010), los inicios en el empleo de las TICs en el ámbito de la salud podrían ubicarse en torno a 1960 a partir del envío de imágenes radiográficas. Pero específicamente en lo que respecta al área de la psicología clínica, el uso de TICs, se ubica en 1961 cuando Wittson, Affleck y Johnson emplearon la videoconferencia y posteriormente cuando Weizembaum en 1966 diseñó el programa ELIZA, y su aplicación DOCTOR, la cual simulaba respuestas no directivas de un terapeuta de orientación rogeriana. Baños, Botella y Perpiñá, (citado en Franco, et al., 2010).
Claro que, aunque ya hace más de medio siglo que la disciplina psicológica interactúa con la tecnología, es extraordinariamente sorprendente recorrer la última década de desarrollos en materia de comunicaciones y visualizar sus impactos en la incorporación de nuevos formatos de praxis.
Algunos autores expresan que las ciber-terapias, como intervenciones de ayuda psicológica sustentadas en internet se están transformando en un complemento y alternativa a la atención tradicional comenzando a demostrar eficacia; se constituirán en una estrategia que puede ser de gran ayuda en el ámbito de la psicología clínica, complementandose con intervenciones tradicionales y ajustándose mejor a ciertos tipos de usuarios como las poblaciones rurales, estigmatizadas o con problemas de acomodo a la atención tradicional en salud mental (De las Cuevas, et al., 2006; Hill, et al., 2006; Pelechano, 2007 en Franco, et al., 2010, p. 31).
Incluso, hay investigaciones que trabajan en torno a las psicoterapias virtuales como herramientas sustitutas de los sistemas colapsados de atención en la salud mental, bajando los costos y descomprimiendo el gran caudal de pacientes que están sujetos a un servicio deficitario, específicamente pacientes críticos, de alto riesgo en lista de espera (Kenter, Van Straten, Hobbel, Smit, Bosmans, Beekman&Cuijpers, 2013).
Existen entonces, casuísticas que nos llevan a pensar sobre la importancia que adquiere este dispositivo con respecto a los principios éticos de igualdad, justicia y equidad en el acceso a los servicios de salud, mencionados por la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO (2005). Sin embargo, como contrapartida, las psicoterapias virtuales presentan una serie de dilemas bioéticos vinculados con cuestiones trascendentales como la privacidad, confidencialidad, vulneración de identidad, consentimientos informados, efectos nocivos, etc.
En este sentido, Kotsopoulou, Melis, Koutsompou&Karasarlidou, (2015) trabajaron sobre la e-terapia y los dilemas éticos presentes en esta forma de asesoramiento terapéutico. Las autoras, afirman que cada servicio basado en la web se centra en la importancia del consentimiento informado, en particular en lo que se refiere a los límites de privacidad, excepciones a la confidencialidad y amenazas a la seguridad (Behnke, 2008 citado en Kotsopoulou et al., 2015).
Y si de agregar variables dilemáticas se trata, ManhalBaugus (2001), aporta la consideración de que la e-terapia se ha tratado bastante fragmentada por estados, legislaturas, gobiernos, organizaciones y los mismos profesionales y que existe la necesidad de trabajar para establecer pautas legales, éticas y prácticas en torno a la terapia global, sobre todo, para la protección de los clientes. Lo recapitulado, requiere que analicemos y sistematicemos los niveles de problematicidad bioética que adquiere este formato de relacionamiento en psicología cuya proximidad es indirecta y artificial o a distancia. De acuerdo a lo que plantea FrançaTarragó (2016), podemos identificar tres niveles que se dan en la praxis psicológica mediada por TICs: bajo, medio y alto.