Psicología Evolutiva: Educación sexual (6 a 12 años). La sexualidad

La educación sexual de niñas y niños de 6 a 12 años
(Autoras: Graciela Hernández Morales, Concepción Jaramillo Guijarro)

2- La sexualidad

* ¿Qué es?
* ¿De qué hablamos cuando hablamos de sexualidad?
* La visión de niñas y niños

¿Qué es?:

La sexualidad es uno de los fundamentos de la experiencia humana. No es algo que tenemos, sino algo que somos. La sexualidad es la forma en la que cada cual expresa, comunica, siente, intima, da y recibe placer con la palabra y los cinco sentidos de su cuerpo sexuado.
En la medida que hombres y mujeres tenemos cuerpos diferentes, expresamos y sentimos
parte de nuestra sexualidad de manera distinta. Esto no significa que todas las personas del mismo sexo expresan su sexualidad del mismo modo. Todo lo contrario, existen muchas formas de sentir y expresar la sexualidad siendo mujer y siendo hombre. La expresión de la sexualidad no es instintiva, no está grabada y marcada por nuestro código genético; por el contrario, tiene mucho de aprendido.
Por eso, es diferente en cada persona y en cada contexto cultural y/o histórico.
La necesidad física y afectiva de tocarnos, de darnos placer y de intimidad, nos acompaña
desde que nacemos hasta que morimos. La sexualidad se reelabora a lo largo de una vida. En este sentido, una persona nunca termina de descubrir su propia sexualidad, tenga la edad que tenga.
Hay sexualidad cuando una niña se expresa, disfruta y siente todo su cuerpo mientras baila.
Hay sexualidad también cuando un niño se abraza suavemente a su madre mientras ésta le canta en voz baja. Y, por supuesto, hay sexualidad, cuando un niño y una niña sienten como su corazón se acelera mientras se besan a escondidas detrás de un árbol, o cuando una niña siente un temblor especial al rozarse con la piel de otra niña.
Cada una de estas expresiones de la sexualidad tiene significados diferentes por formar parte de contextos y vínculos diversos. Cada relación implica un camino distinto de complicidad, disfrute, seducción y placer. Con algunas personas se desean y se pueden dar determinadas conductas mientras que con otras no.

¿De qué hablamos cuando hablamos de sexualidad?:

Si estamos de acuerdo en que somos seres sexuados y que, por tanto, la sexualidad forma parte de nuestro ser, será fácil comprender que tratarla como un tema ajeno a nuestras sensaciones y experiencias, es quitarle su esencia, su alma.
Muchas veces, a la hora de hacer educación sexual, se presenta un compendio de técnicas o se muestran los aspectos biológicos de la sexualidad, como si la comunicación y los sentimientos no formaran parte de ella. A veces, esta es la única manera con la que algunas personas adultas se encuentran cómodas para romper el hielo. Por esto, es mejor empezar a abordar la sexualidad de este modo a mantenerla en el silencio. Ahora bien, desvincularla totalmente de la relación y el intercambio, alimenta ese caldo de cultivo que anda por el ambiente y que propicia situaciones como esta:
Una niña de 12 años le contó a su madre que había escuchado en el colegio decir a un chico ‘yo, a fulanita, le haría una cubana’. La madre, sorprendida, le preguntó: ‘¿tú sabes qué es una cubana?’ La hija, con mucho desparpajo y orgullo de saber algo que su madre no sabía, contestó: ‘es cuando un chico frota su pene entre las tetas de una chica’. Y la madre mostró su asombro y entonces la hija, vacilando, le preguntó: ‘¿sabes lo que es una chilena?’ La madre asustada por lo mucho que parecía saber su hija, le dijo: ‘pues no lo sé, cuéntamelo’. ‘¡Es un tipo de remate que hacen los de fútbol!’, contestó disfrutando de tomarle el pelo a su madre.
Después de aquello, ambas hablaron de por qué la hija sabía tantas cosas. Ella le dijo a su madre que muchos chicos hablan así, con obscenidad, y cuentan cosas relacionadas con la pornografía y el ‘sexo duro’; a ver quién dice algo más fuerte y, por supuesto, nada de sentimientos.
Estos chicos saben nombrar muchas técnicas, pero no saben casi nada sobre sexualidad. Ellos han hecho suyo un simbólico donde se priman los ‘contactos sexuales’, y se dejan en un segundo plano las ‘relaciones sexuales’. Es un simbólico que ha estado más cerca del mundo masculino que del femenino, tal como lo expresa esta niña, pero que deja de tener sentido cuando a un niño se le da la oportunidad de hablar en primera persona de su propia vivencia sexual y él se atreve a dejar a un lado esa máscara para empezar a afrontar lo que realmente desea y/o teme.
Ahora bien, también es posible hablar de sentimientos y afectos como si fueran sólo un tema, como si fueran una cuestión desvinculada de las experiencias y de las vidas concretas de niñas y niños:
Una profesora se puso a jugar con un grupo de niñas y niños de 6 años al juego de la silla, de tal modo que quien se quedaba sin silla tenía que responder a una pregunta. A un niño le preguntaron ‘¿tienes novia?’ Él dijo que sí, pero la niña en cuestión lo negó. El resto se rió, se lo tomó a risa. En este mismo juego, le preguntaron a varias niñas ‘¿a ti qué te gusta más, ponerte falda o pantalón, el pelo corto o recogido, el color rosa o rojo?’ Como estaban jugando espontáneamente, dijeron la verdad. Casi todas las niñas llevaban pantalón y el pelo recogido y, sin embargo, habían dicho que les gustaba más el pelo suelto y la falda.
La monitora no supo aprovechar estas situaciones para hablar de lo que les pasaba. Sin embargo, estas son ocasiones que sirven para hablar sobre lo que significa para este niño concreto y esta niña concreta tener novio o novia, por qué les gusta una persona más que otra, cómo les gusta adornarse o vestirse, cómo se expresan, etc. O sea, para relacionar la sexualidad con su vida y su experiencia.
Imaginemos que esta monitora, tras dejar pasar de largo estas situaciones, les explica en un día cualquiera, sin casi venir a cuento, que las niñas pueden vestirse como quieran, como más les guste. Este mensaje no les llegará con la misma fuerza y les será más difícil comprender la relación de lo que se les dice con sus propias vidas.
Esta manera de tratar este tipo de cuestiones, puede hacer que asuman los mensajes como una simple opinión o postura. Por ejemplo, que lleguen a afirmar con rotundidad que las niñas son libres para vestirse como quieran, aunque luego, ellas mismas, no sean libres para hacerlo. O también, que un chico diga no tener nada en contra de la homosexualidad, pero que, cuando un amigo le dice que está enamorado de él, se sienta tan desconcertado que se vea incapaz de continuar con la conversación.
Una cosa es el discurso, otra cosa es la experiencia y la vida.

La visión de niñas y niños:

¿Qué se les viene a la cabeza a las niñas y a los niños cuando escuchan la palabra sexualidad?
Muchas y muchos sienten que se trata de algo que, aunque les llama poderosamente la atención, no tiene que ver directamente con sus vidas presentes, sino con su vida futura, algo que les pasará cuando tengan 16, 18 ó 20 años, cuando ‘tengan madurez o preparación’.
Si, cuando tienen 10 u 11 años, se les pregunta directamente ‘¿qué es la sexualidad?’, tanto niñas como niños suelen relacionarla con la reproducción (‘cuando se tienen niños’) y con el coito.
Suelen reducir la sexualidad a este tipo de prácticas y, por eso, se extrañan cuando se les dice que ésta acompaña al ser humano desde que nace hasta que se muere. Estas ideas hacen, además, que les resulte rara la homosexualidad.
Una niña de ocho años iba en el coche con su tía, su abuela y su madre. De pronto se puso a
cantar una canción que decía ‘marica tú, marica yo’ y que le hacía mucha gracia. La tía le preguntó:
‘¿qué es un marica?’ Y ella dijo: ‘un niño que juega y se viste como niña’. La tía le dijo: ‘no es así realmente, un marica es un niño que le gusta otro niño para ser su pareja o para tener una relación más íntima. Y la niña preguntó: ‘¿y cómo se llaman las niñas que les gustan otras niñas para novias?’
La tía contestó: ‘lesbiana’. Y la niña se puso a cantar con el mismo ritmo que antes ‘lesbiana tú, lesbiana yo’.
La palabra marica es usada como un insulto entre los niños, no por ser una opción sexual ‘estrafalaria’, sino precisamente por lo que planteó esa niña, porque la relacionan con asemejarse a las mujeres, como si acercarse al mundo de las niñas les quitara hombría. Por eso, es importante que entiendan que se puede ser un hombre libre y feliz de muchas maneras y que la palabra marica, aunque no sea la más correcta por ser usada habitualmente como un insulto, hace referencia a un homosexual, o sea, a un hombre que tiene relaciones sexuales y amorosas con otro hombre, del mismo modo que lesbiana hace referencia a una mujer que las tiene con otra mujer. Son posibilidades que están ahí, que no son mejores ni peores que la heterosexualidad, y que pueden formar parte de sus propias opciones de vida: ¿quién asegura a un chico que no se enamorará de su mejor amigo?
En una clase de niñas y niños de 7 años, la maestra les pregunta cómo se dice cuando a un chico le gusta un chico o a una chica otra chica. Ellos y ellas, entre risas, dicen homosexual, lesbiana, gay, mariquita. La maestra les dice que la palabra más correcta es homosexual, gay o lesbiana. Les explica que cualquiera de la clase puede llegar a sentir algún día una atracción especial por un niño o por una niña, y que tanto una posibilidad como la otra están bien. Les explica también que sentir una atracción por alguien de su mismo sexo no les hace ser homosexuales para siempre, del mismo modo que sentir atracción por alguien del otro sexo no les hace ser heterosexuales para siempre.
Esta maestra les pregunta si conocen a gays y lesbianas. Una niña dice que su madre tiene unas amigas que lo son. La maestra aprovecha para preguntarles si a estas mujeres les pasa algo extraño y la niña contesta que no.
Niñas y niños relacionan los besos, sobre todo si son en la boca, con una iniciación a la sexualidad.
Al hablar sobre ello, sienten una mezcla de sentimientos. Por un lado, está la curiosidad que les despierta las imágenes que ven en el seno de su propia familia, dando un paseo por un parque o en las películas. Por otro lado, sienten un poco de asco al pensar en la saliva que pasa de una boca a otra.
Un niño de 7 años le pregunta a su madre ¿a ti te parece mal que me dé besos con mi novia?
Ella le pregunta dónde la quiere besar y él le dice que en la boca pero sin lengua. La madre le explica que dar un beso es bonito, algo íntimo, sólo de los dos y que, por tanto, no es un motivo para presumir delante de las y los demás. También le explica que, a veces, las niñas y los niños se ven obligados a besarse cuando las y los demás dicen ‘¡que se besen, que se besen…!’ y, en el fondo, no quieren besarse, o no lo quieren hacer delante de otras personas.
Las preguntas relacionadas con cómo se hace el amor o con cómo se besa son habituales. A
veces, estas preguntas responden a la interiorización de imágenes erróneas que les llevan a tener una idea negativa sobre la sexualidad o sobre el cuerpo humano. Por ejemplo: Un niño de 10 años le preguntó a su profesor: ¿es verdad que las niñas tienen dientes en la vagina?
Las niñas y los niños suelen manifestar ante las otras personas una concepción de la sexualidad diferente. Las niñas suelen decir que la sexualidad es ‘hacer el amor’. Los niños pequeños también suelen hablar así, pero, a medida que crecen, tienden más a usar la expresión ‘follar’. Algunos niños hablan de prostitución, viagra u orgía y, sin embargo, no es tan habitual que una niña hable en esos términos, son palabras que no expresan la sexualidad en la que muchas de ellas están pensando y probablemente tampoco la que se imaginan algunos niños.
Cuando una persona adulta les dice que va a hablarles de sexualidad, tanto niñas como niños
sienten una gran expectación. Pero, algunos niños, cuando notan que en esa conversación no se les hablará de las técnicas o prácticas concretas que consideran ‘guarrerías excitantes’, propias de los anuncios de contactos o de lugares semejantes, ya no muestran tanta expectación.
Sin embargo, para la mayoría de las chicas, esta forma en la que estos chicos hablan de sexualidad les resulta violenta y de mal gusto. Algunos niños también lo sienten así, pero no se sienten tan libres para decirlo. Muchas se sienten hartas y cansadas por tener que escuchar todos los días expresiones y bromas que reducen la sexualidad a una pura técnica y el cuerpo femenino a un objeto a conquistar.
Y, cuando este discurso cobra protagonismo, son ellas las que ya no sienten tanta expectación.
Un profesor plantea lo siguiente: ‘en las clases, si nos despistamos, nos pasamos el tiempo dando respuesta sólo a las expresiones más crudas planteadas por algunos chicos, dejando a un lado lo que dicen las chicas y los demás chicos. Esto es así porque lo que ellos dicen llama más la atención, genera más revuelo y resulta más urgente de afrontar por la carga de violencia que acarrea. Sin embargo, es habitual que alguna chica plantee cuestiones muy interesantes y, darle protagonismo, puede ser un buen punto de partida para ayudar a que los chicos, y también las chicas, aprendan a dar un sentido más sano y real a su propia sexualidad.’
A algunos niños les gusta alardear de que conocen muchos términos relacionados con la sexualidad, que ya saben mucho sobre esta cuestión y que están un poco de vuelta. Sin embargo, cuando se les explica qué significan algunos de los términos que utilizan, si se les explica, por ejemplo, que cunnilingus o felación quieren decir ‘estimular con la boca los genitales de la otra persona’, suelen poner cara de asco. Parece, por tanto, que en lo más profundo, ellos no buscan algo muy diferente a lo que buscan las niñas, que puede resumirse en sentir placer en relación con otro u otra, y no con técnicas desconectadas de esa relación. Pero, por la propia presión del grupo, a menudo no se atreven a expresar sus deseos y sentimientos reales.
Un niño de 11 años se acercó a su maestra, tras una clase en la que estuvieron hablando sobre sexualidad, y le dijo en voz baja: ‘No pienses que yo soy como los demás niños, yo respeto a las niñas porque quiero que me respeten, y me gustaría tener una novia divertida, con la que pudiera pasármelo muy bien.’
Las niñas hablan más de la relación y del amor. Pueden decir, por ejemplo, que la sexualidad es cuando vas creciendo y vas sintiendo amor hacia otra persona, o también que es mostrarse cariño entre dos personas. Esto no significa que las niñas no se interesen por el placer y el disfrute que puedan sentir en estas relaciones, sino todo lo contrario, ellas se interesan por el placer sexual, pero no suelen desligarlo de las relaciones y los sentimientos.
Una madre le preguntó a su hija si le parecía que sus profesoras y profesores hablaban lo suficiente sobre sexualidad. Y la niña contestó: ‘No, hablan muy poco, ya lo he comentado con otras niñas que nos encantaría que nos hablaran más sobre el amor.’ Pero, ¿A qué llaman amor?
Reducir la sexualidad a situaciones de enamoramiento no es real. Como ya hemos dicho, la
sexualidad es algo que somos, más allá de si tenemos o no relaciones sexuales con otra persona, o de si estamos o no enamoradas o enamorados. Aunque también es cierto que a mayor profundidad de sentimientos positivos hacia la persona con la que nos tocamos y / o besamos, más ricas serán las sensaciones que tengamos. En todo caso, lo que sí es fundamental es no desvincular la sexualidad del afecto, de la relación, del intercambio.

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