Proseguiremos recordando de dónde partimos: de la alienación. Resumamos para aquellos que nos han ya oído y sobre todo para los otros: la alienación en tanto la hemos tomado como comienzo de este camino lógico que intentamos este año trazar, es la eliminación, a tomar en el sentido de rechazo fuera del umbral, la eliminación del Otro. ¿Fuera de qué umbral? El que determina el corte en que consiste la esencia del lenguaje.
La lingüística nos sirve esencialmente en tanto nos ha provisto el modulo de este corte. Es porque no encontramos ubicados del lado aproximadamente calificado de estructuralista en la lingüística, qué todos sus desarrollos curiosamente, lo que se podría llamar la semiología, lo que se designa como tal recientemente, no nos interesa en igual grado, lo qué puede parecer a primera vista sorprendente.
Eliminación por lo tanto del Otro. ¿Qué quiere decir el Otro en tanto eliminado?. Está eliminado como campo cerrado y unificado. Esto quiere decir que afirmamos, con las mejores razones para hacerlo que no hay universo de discurso que no hay nada asumible bajo ese término. El lenguaje le es no obstante solidario en esta práctica radical, que es el psicoanálisis. Noten que podría decir su práctica médica; alguien que tengo la sorpresa de no ver hoy en su lugar siempre me ha preguntado por ese signo que he dejado como adivinanza del término que he dado en latín: el scriptum del pienso. Si nadie lo ha encontrado aún, lo doy hoy; había indicado que eso no podía concebirse más que con un verbo en voz media, medeor, de donde viene la medicina que evoco, la meditación.
El lenguaje en su práctica radical es solidario de algo que nos hará falta ahora reintegrar, concebir de alguna manera, al modo de una donación de ese campo del Otro, a partir del momento en que hemos debido considerarlo allí conjugado; pero ese algo no es difícil de nombrar, es lo que se autoriza precisamente en el campo del Otro y se llama en la dimensión del lenguaje, la verdad.
Para situar el psicoanálisis, se podía decir que viene a estar constituido en todos lados donde verdad se hace reconocer solamente por esto: que ella nos sorprende y se impone. Ejemplo para ilustrar que acabo de decir: no me es dado ni dable otro goce que el de mi cuerpo. Es lo que no se impone inmediatamente, se duda y se instaura alrededor este goce, que de entonces es mi único bien, esta malla protectora de una ley dicha universal que se llama los derechos del hombre. Nadie podría impedirme disponer a mi gusto de mi cuerpo. El resultado del límite apenas lo percibimos, nosotros, otros psicoanalistas, es que el goce está agotado para todo el mundo.
Este es el revés de un pequeño artículo que he producido bajo el titulo de Kant con Sade, evidentemente eso no esta ahí dicho al derecho, está al revés; no es por eso menos peligroso decirlo como lo ha dicho Sade, él mismo es la prueba. Como yo no hacia ahí más que explicar Sade es menos peligroso para mí.
La verdad se manifiesta de manera enigmática en el síntoma… ¿qué es qué?. Una opacidad subjetiva. Dejamos de lado esto que está claro, que el enigma desde entonces no es más que un rebús, y apoyémonos un instante sobre esto: que el sujeto puede ser transparente, también que la evidencia puede ser ahondada y vale más sin duda, de ahí en adelante, acordar la palabra al participio pasado, vaciado.
El sujeto está perfectamente cosificado y de la peor especie de cosa, de la cosa freudiana precisamente. En cuanto a la evidencia sabemos que es un globo y puede ser reventado.
Tenemos de eso ya reiteradas experiencias, es al plano donde se ha encaminado el pensamiento moderno tal como Marx desde el principio le ha dado el tono, después Freud. Si el estatuto de lo que ha aportado Freud es evidentemente menos triunfante, es justamente porque ha llegado más lejos, esto se paga; por ejemplo en la temática que encontrarán desarrollada en los dos artículos que propongo a vuestra atención, a vuestro estudio, si disponen para eso de bastante tiempo, porque deben aquí formar el fondo sobre el cual va a encontrar lugar lo que adelantaré al retomar las cosas en el punto donde las he dejado la última vez, al completar en ese cuadrángulo lo que he comenzado a trazar, como a articular, fundamentalmente, la repetición.
Repetición: lugar temporal que he dejado desde el principio suspendido alrededor de los términos puramente lógicos de la alienación, de los cuatro polos que he puntuado de la elección alienante, la instauración en dos de esos polos del Es, el Ello y del inconsciente, y en el cuarto la castración.
Esos cuatro términos en suspenso tienen su correspondencia, lo he comenzado la última vez a articular, mostrándoles la estructura fundamental de la repetición situándola a la derecha de la función del polo así privilegiado y ejemplar de la instauración del sujeto que es el pasaje al acto.
El acting-out que voy a tener que mostrarles entonces se sitúa en este lugar elidido, eliminado del campo del Otro bajo la forma de manifestación verídica, tal es mentalmente el sentido del acting-out.
Les ruego aquí, simplemente, tener la paciencia de seguirme puesto que también puedo conducir esos términos en referencia a la estructura, si puedo decir.
Querer terminar por progresión, hasta crítica de lo que desde entonces es esbozado de tal formulación en las teorías ya expresadas en el análisis, sólo podría literalmente hacernos perder en el mismo laberinto que constituyen esta teoría. No es decir que rechacemos ni su explicación ni su experiencia, sino que sometemos lo que aportamos de nuevo a esa definición para ver si no son precisamente estas fórmulas las que permitirán en lo que ha sido ya puntuado, definir no solamente lo bien fundado de eso sino su sentido.
El acting-out entonces, les sostiene la pertinencia que hay que adelantar en esta situación del campo del Otro, donde se trata para nosotros de restituir esto: la historia como la experiencia, tal como se continúa nos indica al menos cierta correspondencia global de ese término con lo que instituye la experiencia analítica. No digo que hay acting-out sólo en el curso del análisis, digo que es de los análisis y de lo que ahí se produce que ha surgido la distinción fundamental que hace aislar el acto del pasaje al acto; tal como al psiquiatra, puede plantearnos problemas, instituirse como categoría autónoma y distinguir el acting-out.
No he entonces adelantado más que un correlato, aquel que lo emparienta al síntoma en tanto manifestación de la verdad, no es lo único y hacen falta otras condiciones. Espero entonces que, al menos, algunos de entre ustedes sabrán, paralelamente a estos enunciados que pondré a vuestra disposición, continuar la fórmula que en cierta fecha (aproximadamente 1947, 1948, cuando el Year Book of Psychoanálisis comienza a publicarse después de la última guerra) ha dado de esto Otto Fenichel. Es el término que les parece verse inscribirse en el cuarto punto del conjunto de estas funciones operatoria, que determinan lo que articulamos sobre la base de la repetición. La cosa debe sorprenderles y pienso poder sostenerla tan ampliamente como sea posible ante vuestra apreciación, es algo que singularmente ha quedado en la teoría analítica en cierto suspenso; es seguramente el punto conceptual alrededor del cual se han acumulado la mayoría de las sombras y la mayoría de las falsas apariencias que hace falta nombrar. Está desde entonces inscripto sobre el pizarrón puesto que está en esta nota de Hartman, a la que ruego remitirse para tomar un fruto típico de la situación analítica cono tal, es la sublimación.
La sublimación es el término que no llamaré mediador pues no lo es. Es el término que nos permite inscribir la base y la conjunción de lo que está en el asiento subjetivo, en tanto que la repetición es su estructura fundamental y comporta esta dimensión esencial, sobre la cual queda en todo lo que se ha formulado hasta el presente del análisis la mayor oscuridad, que se llama: la satisfacción, Befriedigung dice Freud; sientan ahí la presencia del término frie que en el sentido común es la paz.
Pienso que vivimos en una época donde esa palabra no les parecerá por sí una evidencia. Qué es la satisfacción que Freud conjuga como esencial en la repetición bajo su forma más radical, puesto que también es bajo ese modo que él produce ante nosotros la función de la Wiederholungszwang en tanto que engloba no solamente tal funcionamiento localizable de la vida bajo el término de principio del placer sino que también sostiene esta vida misma de la que todo indica, hasta en esto devenido verdad tangible, que no hay nada material en lo que ella trata que al fin de cuentas no esté muerto, digo, sea de naturaleza inanimada. Pero, sin embargo, es claro que este material que ella junta, no lo devolverá a su dominio de lo inanimado más que a su manera, nos dice Freud, que es volver a pasar por los caminos que ella edificó, teniendo la satisfacción por esencia el que ellos sean vueltos a recorrer. Hay un mundo entre este centelleo teórico y su verificación biológica, a la cual es evidente que el psicoanálisis no contribuyó en nada. Sin embargo, si Freud se atuvo a este punto, que calificaría de fideísta, donde anuda la repetición con la satisfacción sexual, se los recuerdo, es para apartar el río de lodo del ocultismo.
La sublimación, lugar que hasta aquí ha sido dejado baldío o cubierto por garabatos vulgares es no obstante lo que nos permitirá comprender de qué se trata en esa opacidad subjetiva que Freud articula como satisfacción de la repetición. Hay allí una conjunción basal para esta sublógica en la que intentamos articular la acción analítica.
Freud afirma pues, teniendo las dos puntas de la cadena, que la sublimación es en primer ligar Zielgehemmt. Ziel se distingue de Zweck como aim de goal. La Zweckassigkeit, la finalidad sexual, de ninguna manera nos dice que sea gehemmt, inhibida, en la sublimación. En revancha, con lo cual nos hicimos gárgaras, el pretendido objeto de la santa pulsión es lo que puede sin ningún inconveniente estar inhibido, ausente. Ahora bien, en segundo lugar se trata sin embargo de la pulsión sexual y se dice que ella no pierde en nada su capacidad de Befriedigung. La satisfacción es reencontrada sin ningún desplazamiento, presión, defensa o transformación, por eso se carácteriza la sublimación.
Remítanse a los textos de Fenichel, representante más eminente de la banalidad, sus escritos son un reagrupamiento muy escrupuloso de los agujeros que pueden encontrarse en la experiencia; faltan solamente los necesarios puntos de interrogación. O bien, dado que ese género de literatura no puede oscilar más que entre la tontería y lo canallesco, remítanse a Hartman y la manera en que sostiene durante catorce o quince páginas con interrogaciones el problema de la sublimación; pienso que puede escaparse a cualquier espíritu nuevo que tal discurso es un discurso de mentiras. Hablando con propiedad, todo el aparato de un pretendido energetismo que consiste en revertir el abordaje del problema al interrogar el problema de la sublimación, en tanto nos es desde el principio propuesta como idéntica y no desplazada en relación con algo que son las comillas que imponen el uso a ese nivel en la pulsión.
Igualmente la pulsión sexual ha invertido esto y ha interrogado de la manera más escandida lo que es la sublimación, estando ligada a eso que se nos adelanta, a saber: las funciones del Yo, que indudablemente se han planteado como autónomas, como siendo aún de otra fuente, que se llama en este lenguaje confuso, una fuente instintual. Como si jamás en Freud hubiera sido cuestión saber cómo esas completamente puras funciones del Yo, relatadas a la medida de la realidad y que le dan de manera esencial, le restablecen, lo que todo el pensamiento analítico rechaza, existen en esta relación aislada, autónoma, identificable a la relación del puro pensamiento en un mundo que sería capaz abordar sin ser atravesado por la función del deseo.
¿Cómo se hace para que pueda llegar lo que es en otra parte foco instintual, a no sé qué pintura, no sé que coloración, que se llama textualmente sexualización de las funciones del Ego?. Una vez introducida la pregunta deviene insoluble, en todo caso jamás excluida de todo lo que se propone en la praxis del análisis.
Para abordar la sublimación es necesario introducir este término primero sin el cual nos es imposible orientarnos en el problema del que he partido la última vez definiendo el acto: el acto es significante.
El acto es un significante que se repite, que pasa en un sólo gesto por las razones topológicas que vuelven posible la existencia del doble bucle creado por un sólo corte. Es instauración del sujeto como tal, es decir, que de un acto verdadero el sujeto surge diferente en razón del corte. Su estructura es modificada, su correlato de desconocimiento, o exactamente el límite impuesto a su reconocimiento en el sujeto, donde si quieren su Repräsentanz en la Vorstellung, en este acto, es la Verleugnung, es a saber, que el sujeto no lo reconoce nunca en su verdadero alcance inaugural, aún cuando el sujeto es, si puedo decir, capaz de haber cometido este acto.
Es aquí que conviene que nos percatemos de que es esencial a toda comprensión del rol que Freud da en el inconsciente a la sexualidad, que nos acordemos de esto que la lengua nos da, a saber, que se hable del acto sexual. El acto sexual, esto al menos podría sugerirnos lo que por otra parte es evidente, no es evidentemente la copulación pura y simple. Tiene todas las carácterísticas del acto tal como acabo de recordarles, tal como lo manipulamos, tal como viene a presentarse a nosotros como esos sedientos sintomáticos y todo lo que lo hace tropezar. El acto sexual si presenta como un significante que repite alguna cosa, esta ahí la primera cosa que en psicoanálisis se ha introducido ¡Repite qué sino la escena edípica!. Es curioso que haga falta recordar esas cosas que hacen al alma misma de lo que he propuesto percibir en la experiencia analítica.
Que pueda ser instauración de algo que es sin retorno para el sujeto, es lo que ciertos actos sexuales privilegiados, que son precisamente aquellos que se llaman incestos, nos hacen literalmente tocar con la punta de los dedos. Tengo bastante experiencia analítica para afirmarles que un chico que se ha acostado con su madre no es para nada en el análisis un sujeto como los otros, y aún si el mismo no sabe nada de eso, no cambia nada el hecho de que es analíticamente tan tangible como esta mesa que está ahí su Verleugnung personal, la desmentida que él puede aportar, que es un valor de franqueamiento decisivo, no cambia nada ahí. Seguramente todo esto, merecería ser apuntalado. La seguridad de los que tengo aquí de los que tienen experiencia analítica, es que si digo alguna cosa por ahí demasiado grosera mis auditores habrían lanzado sus aullidos. Créanme, no dirán lo contrario, porque lo saben tan bien como yo, no quiere decir que se sepa sacar las consecuencias, falta saber articularlas, sea lo que sea, esto nos lleva a tratar de introducir un poco de rigor lógico, el acto está fundado sobre la repetición.
¿Qué en un primer abordaje hay de más acogedor en el acto sexual?. Recordemos las enseñanzas de nuestra santa madre, la Iglesia. En principio no se hace ese conjunto, no se saca su golpe, sino para hacer venir al mundo una pequeña nueva alma. ¡Debe haber ahí gentes que piensen que lo hacen!. ¡Es una suposición!. No está establecida, podría ser que, por más conforme que sea este pensamiento al dogma católico, sea allí donde no se produce más que un síntoma. Esto evidentemente está hecho para sugerirnos que hay lugar para intentar cernir de más cerca, ver porque lado confiesa la función de reproducción que está detrás del acto del acto sexual; porque cuando tratamos del sujeto de la repetición, tenemos que tratar a los significantes en tanto que son precondiciones de otro pensamiento. Del curso donde va esta biología que dejamos también en sus propios recursos, es curioso ver que el significante muestra la punta de su nariz en la raíz, al nivel de los cromosomas, eso hormiguea de significantes, vehiculizadores de carácteres se nos afirma que los genes, se trate de ADN o de ARN, están así constituidos como pequeños mensajes seriados, que vienen después a ser batidos de cierta manera en la gran urna, para hacer salir no sé qué nuevo género de bufón que cada uno espera en la familia para ser un círculo de aclamaciones. ¿Es a ese nivel que se plantea el problema?
Ahí quisiera introducir algo seguro, que no inventado para ustedes hoy, hay en alguna parte de mis Escritos, un artículo que se llama La significación del falo, escribo: El falo como significante da la razón del deseo (en la acepción, el término está empleado como media y extrema razón de la división armónica). Ha sido necesario que el tiempo pase para que pueda introducirlo, he marcado simplemente ahí el pequeño guijarro blanco destinado a decirles que el significante del falo es ya eso que estaba señalado.
En efecto, tratemos de poner un orden, una medida, en el acto sexual en tanto tiene relación con la función de la repetición, salta a la vista, no se lo desconocía puesto que se conoce el Edipo desde el principio, pero no se sabe reconocer que quiere decir el producto de la repetición en el acto sexual en tanto que acto. Es decir, que, en tanto participamos como sometidos a lo que tiene de significante, a sus incidencias, dicho de otra manera, en el hecho de que el sujeto que somos es opaco, hay un inconsciente, Conviene subrayar que el fruto de la repetición biológica, de la reproducción, esta en el espacio bien definido para el cumplimiento del acto, la cama. El agente del acto sexual sabe bien que es un hijo y por eso lo hemos relaciónado al Edipo. Tratemos de ver en estos términos significantes que definen media y extrema razón, lo que resulta. Supongamos que vamos a sostener esta relación significante por el soporte más simple, el que hemos ya dado al doble bucle de la repetición, un simple trazo, y para facilitarlo más aún mostrémoslo simplemente:
Un trazo al cual podemos dar dos topes, podemos cortar no importa dónde ese doble bucle, una vez que lo hemos cortado ubiquemos ahí los cuatro puntos que definen ahí los cuatro puntos que definen la media y extrema razón.
a: el amable producto de una copulación precedente, que como era un acto sexual ha creado un sujeto que está reproduciendo el acto sexual.
A: ¿Qué es?. Si el acto sexual es lo que se nos enseña como significante, es la madre. Vamos a darle, porque reencontramos en el pensamiento analítico y aún por todas parte su huella, todo eso que ese término significante de la madre entraña de pensamiento de fusión, de falsificación de la unidad, en tanto que nos interesa solamente el pasaje de esta unidad contable a la unidad unificante, vamos a darle el valor uno.
¿Qué quiere decir el valor uno como unidad significante?. Estamos en el significante y sus consecuencias sobre el pensamiento. La madre como es el pensamiento del Uno de la pareja, serán los dos una sola carne, es un pensamiento del orden del A materno Tal es su media y extrema razón que religa el agente a lo que es el paciente y receptáculo en el acto sexual en tanto acto, dicho de otra manera, en tanto tiene una relación con la existencia del sujeto. El Uno de la unidad de la pareja es un pensamiento determinado al nivel del uno de los términos de la pareja real. ¿Qué quiere decir esto? Que hace falta que algo surja subjetivamente de esta repetición que restablece la razón media, tal como acabo de definirla al nivel de esta pareja real.
C: Con relación a las otras dos tiene el valor de la relación entre la más pequeña y la más grande. Esto no es todo, tiene este alcance en tanto que este valor de la más pequeña con relación a la más grande tiene el mismo valor que la más grande en relación con la suma de las dos primeras.
-φ: es con lo que se designa la castración en tanto que su valor fundamental es lo que esta indicado aquí arriba a la derecha, es decir, la significación de la función fálica en tanto que falta esencial de la juntura de la relación sexual con su realización subjetiva.
Así la designación en los significantes fundamentales del acto sexual es que de cualquier forma por todas partes apelada, aunque se escabulle, la sombra de la unidad planea sobre la pareja; aparece ahí necesariamente la marca, esto en razón de su introducción misma en la función subjetiva, la marca de alguna cosa que debe representar una falta fundamental. Esto se llama la función de la castración en tanto significante, en tanto que el hombre no se introduce en la función de la pareja más que por la vía de una relación que no se inscribe inmediatamente en la conjunción sexual, que no se encuentra representada más que en este exterior donde ven dibujarse eso que se llama, por eso mismo, extrema razón. La relación que tiene la predominancia del símbolo fálico con relación a la conjunción, en tanto que acto sexual, es aquella que da a la vez la medida de la relación del agente al paciente y la medida que es la misma del pensamiento de la pareja, tal como ella está en el paciente en la pareja real.
Es precisamente por poder reproducir exactamente el mismo tipo de repetición, que todo esto es del orden de la sublimación, yo preferiría no estar forzado a evocarla específicamente bajo la forma de la llamada, creación en el arte, puesto que hace falta lo resalto. Es en la medida donde alguna cosa, algún objeto, puede tomar el lugar que toma – φ en el acto sexual como tal, que la sublimación puede subsistir dando exactamente el mismo orden de Befriedigung que está dado en el acto sexual, ven que está suspendido del hecho de que lo que es pura y simplemente interferido en la pareja no es satisfactorio, esto es tan verdadero como esta especie de grosera homilía que se introduce en la teoría bajo el nombre de maduración genital.
¿No se propone más que como qué? Evidentemente en su texto mismo, cuando quien quiera trate de anunciarlo, como un sobretodo, un depósito donde nada indica verdaderamente más que eso que puede bastar para conjugar el hecho de una copulación exitosa, se agrega. ¿Qué quiere decir?. ¿Y de esos elementos que se califica, de ternura, de reconocimiento del objeto, de qué objeto? ¿Es qué esta tan claro que el objeto esté ahí? Cuando se nos ha dicho que detrás de cualquier objeto que sea se perfila el Otro, el objeto que ha abrigado esos nueve meses de intervalo entre la conjunción de los cromosomas y la venida al mundo, sé bien que es ahí que- se refugia el todo oscurantismo que se abrocha perdidamente alrededor de la demostración analítica. Pero esto no es tampoco una razón para que no la denunciemos si el hecho de denunciar nos permite avanzar hacia una lógica, de la cual verán la próxima vez cómo se concentra al nivel del acto analítico mismo.
Si hay algo interesante en esta representación del cuadrángulo es que ella nos permite así establecer ciertas proporciones; el pasaje al acto cumple ciertas funciones por relación a la repetición, no es al menos sugerido por una posición que esto debe ser lo mismo que separa la sublimación del acting-out, en otro sentido, la sublimación con relación al pasaje al acto debe tener alguna cosa en común en esto que separa la repetición del acting-out. Hay ahí un paso mucho más grande que aquel que seguramente hace del acto analítico, tal como trataremos de aprehenderlo la próxima vez, algo que también merece ser definido como acto.