El vocabulario de Michel Foucault: LETRA D
Discurso
(Discours). El término “discurso” toca uno de los temas centrales del trabajo de Foucault. La arqueología es una modalidad de análisis del discurso. “La arqueología, como yo la entiendo, no es pariente de la geología (como análisis del subsuelo) ni de la genealogía (como descripción de los comienzos y de las sucesiones); es el análisis del discurso en la modalidad de archivo” (DE1, 595). Desde este punto de vista, el término “discurso” plantea una cuestión metodológica: la definición de las reglas de la descripción arqueológica. Ésta es, en gran parte, la tarea de L’Archéologie du savoir. Allí Foucault define el discurso como el “conjunto de enunciados que provienen de un mismo sistema de formación; así se podría hablar de discurso clínico, discurso económico, discurso de la historia natural, discurso psiquiátrico” (AS, 141). El discurso “está constituido por un número limitado de enunciados para los cuales se puede definir un conjunto de condiciones de existencia” (AS, 153). A medida que Foucault sustituye la noción de episteme por la de dispositivo y, finalmente, por la de práctica, el análisis del discurso comenzará a entrelazarse cada vez más con el análisis de lo no-discursivo (prácticas en general). Este cambio está sujeto, a su vez, a modificaciones, puesto que Foucault varía su concepción del poder. De este modo, desde un punto de vista metodológico, es necesario abordar la cuestión del discurso en relación con la arqueología, la genealogía y la ética, es decir, los ejes del trabajo de Foucault. Claramente, en la arqueología el concepto de discurso tiene un tratamiento más extenso, puesto que ésta se define como un análisis discursivo; pero sería un error restringir el análisis arqueológico al ámbito de la episteme. Ahora bien, además del discurso tomado como una cuestión metodológica, es necesario tener presente los resultados de esta metodología, es decir, la descripción de los discursos, de las formaciones discursivas, en los trabajos de Foucault. Dos temas merecen aquí una atención particular: la idea de discurso en la episteme clásica y la oposición entre el ser del discurso y el ser del hombre (de esta última nos ocupamos en el artículo Lenguaje). Arqueología, saber. 1) Las unidades del discurso. La primera etapa de la arqueología es negativa: consiste en liberarse de, o al menos suspender momentáneamente, poner entre paréntesis, todas aquellas categorías o conceptos a través de los cuales se diversifica y se conserva el tema de la continuidad o por los cuales la historia de las ideas reduce la discontinuidad histórica valiéndose de la función sintetizante del sujeto. Foucault enumera tres grupos de categorías o conceptos: categorías que relacionan discursos, categorías que clasifican discursos y categorías que garantizan una continuidad infinita. En el primer grupo encontramos: la noción de tradición, que nos permite descubrir en todo cambio, en toda novedad, un fondo permanente; la categoría de influencia, que establece una causalidad –vagamente explicitada– entre individuos, obras, conceptos o teorías; las categorías de desarrollo y evolución, que reagrupan una sucesión de hechos o discursos dispersos a partir de un mismo principio organizador; las categorías de mentalidad y espíritu, que permiten establecer entre fenómenos simultáneos o sucesivos pertenecientes a una misma época nexos simbólicos, semejanzas, etc. En el segundo grupo encontramos las categorías de género, libro, obra. Foucault problematiza la aparente evidencia de estas categorías. La unidad de los discursos no puede identificarse con la unidad material del libro. En efecto, un discurso no puede encerrarse en los límites materiales del libro; más allá del comienzo, del título y de las líneas finales, implica un conjunto de referencias a otros discursos y a otros autores. Además, aun cuando sean materialmente semejantes, la unidad de una antología no es la misma que la de una publicación de fragmentos póstumos o la de un tratado de matemática. La misma indeterminación afecta la noción de obra. Respecto de la función de la noción de autor, no es la misma relación la que establece un autor con los textos publicados bajo su propio nombre que sirviéndose de un seudónimo, ni la que establece con las obras acabadas y publicadas es la misma que con aquéllas inacabadas que proyectaba publicar (véase: Autor). El tercer grupo está compuesto por las nociones de origen e interpretación, que nos autorizan a remitir todo acontecimiento, por nuevo que se presente en apariencia, a un origen históricamente no verificable, o a buscar más allá de la formulación de los enunciados, más allá de lo dicho, lo no-dicho, la intención del sujeto, su actividad consciente o el juego de fuerzas inconscientes (AS, 31-43). 2) Formaciones y prácticas discursivas. La segunda etapa de esta metodología puede definirse como el proyecto de una descripción de los hechos (événements) discursivos como horizonte para la investigación de las unidades que éstos conforman (AS, 38-39). Foucault elabora cuatro hipótesis de investigación a fin de establecer relaciones entre los discursos y de explicitar su unidad: 1) la unidad de los discursos se funda en la unidad del objeto; 2) la unidad de los discursos se funda en su forma y tipo de encadenamiento, en su estilo; 3) la unidad de los discursos se funda en la permanencia de determinados conceptos; 4) la unidad de los discursos se funda en la identidad de determinados temas. En un primer momento, guiado por sus investigaciones históricas anteriores, Foucault rechaza cada una de estas hipótesis y propone una solución diferente, aunque paralela, a cada una de ellas: reglas de formación de los objetos (AS, 55-67), de las modalidades enunciativas (AS, 68-74), de los conceptos (AS, 75-84), de las estrategias discursivas (AS, 85-93). • En otro lugar, Foucault distingue tres criterios para la descripción individualizante del discurso: 1) Criterios de formación: la individualidad de un discurso como la economía política o la gramática general no depende de la unidad de un objeto, ni de la estructura formal, ni tampoco de una arquitectura conceptual coherente, sino más bien de la existencia de reglas de formación para sus objetos, para sus operaciones, para sus conceptos, para sus opciones teóricas. Individualizar una formación discursiva consiste en definir este juego de reglas. 2) Criterios de transformación o umbrales: individualizar una formación discursiva consiste en definir las condiciones precisas que en un momento dado han permitido establecer las reglas de formación de los objetos, las operaciones, los conceptos y las opciones teóricas, definir el umbral de transformación de nuevas reglas. 3) Criterios de correlación: la medicina clínica, por ejemplo, puede ser considerada una formación discursiva autónoma si se pueden delimitar las relaciones que la definen y sitúan respecto de otro tipo de discursos (la biología, la química) y respecto del contexto no-discursivo donde funciona (instituciones, relaciones sociales, coyuntura económica y política) (DE1, 675). Nos hemos ocupado detalladamente de cada una de estas reglas y de estos criterios en el artículo Formación discursiva. 3) Enunciado. “En fin, en lugar de restringir poco a poco la significación tan flotante de la palabra ‘discurso’, creo haber multiplicado sus sentidos: a veces dominio general de todos los enunciados, a veces un grupo individualizable de enunciados, a veces una práctica reglada que da cuenta de un cierto número de enunciados; y esta misma palabra “discurso” que debía servir de límite y envoltura al término enunciado, ¿no la he hecho variar a medida que desplazaba mi análisis o su punto de aplicación, a medida que perdía de vista el propio enunciado?” (AS, 106). “En cuanto al término discurso, que he usado y abusado aquí [en L’Archéologie du savoir] en sentidos muy diferentes, se puede comprender ahora la razón de su equívoco: de la manera más general y más indecisa designa un conjunto de performances verbales, y por discursos se entendía entonces lo que había sido producido (eventualmente todo lo que había sido producido) de hecho como conjuntos de signos. Pero se entendía también un conjunto de actos de formulación, una serie de frases o de proposiciones. En fin, este sentido fue finalmente privilegiado (con el primero que le
sirve de horizonte); el discurso está constituido por un conjunto de secuencias de signos, en tanto que ellas son enunciados, es decir, en tanto que se puede asignarles modalidades de existencia particulares” (AS, 141). Véase: Enunciado. Genealogía, poder. “Las prácticas discursivas no son pura y simplemente modos de fabricación de discursos. Ellas toman cuerpo en el conjunto de las técnicas, de las instituciones, de los esquemas de comportamiento, de los tipos de transmisión y de difusión, en las formas pedagógicas que, a la vez, las imponen y las mantienen” (DE2, 241). 1) Control discursivo. En esta línea, para incorporar el orden de lo no-discursivo, en L’Ordre du discours Foucault distingue como objeto de análisis varias formas de control discursivo: 1) Procedimientos de exclusión. En primer lugar encontramos tres tipos de prohibición que conciernen al objeto del discurso, a las circunstancias en las que puede ser pronunciado, al sujeto que puede pronunciarlo. En segundo lugar encontramos la oposición o la división razón-locura. Desde la Edad Media el discurso del loco no puede circular como el de los otros, sea porque no se lo reconoce como admisible (en el orden jurídico, por ejemplo), sea porque se le atribuyen poderes especiales (como voz de la sabiduría o de la verdad escondida). En tercer lugar encontramos la antítesis entre verdadero y falso. Ciertamente, como lo subraya nuestro autor, a primera vista no parece razonable ubicar en un mismo nivel la oposición entre verdad y falsedad, la oposición entre razón y locura y los diversos estamentos de exclusión mencionados antes; pero, si nos situamos en la perspectiva genealógica, es decir, en la perspectiva de la Herkunft y del Entstehung históricos, no se ve por qué privilegiar la oposición entre verdad y falsedad. Para justificar este punto de vista Foucault hace referencia, como Nietzsche y Heidegger, a ese momento esencial para occidente que se sitúa entre Hesíodo y Platón, a partir del cual el discurso deja de valer por lo que es (discurso ritual, por ejemplo) o por lo que hace (curar o juzgar) y comienza a ser estimado por lo que dice (OD, 17-19). 2) Procedimientos de control internos al discurso. Se trata del control que los discursos ejercen sobre otros discursos. Entre estos procedimientos encontramos, en primer lugar, el comentario. Foucault supone que en toda sociedad existe un desfase entre dos tipos de textos: los textos que podríamos llamar primarios y los otros, secundarios, que no hacen otra cosa que repetir y retomar lo que se dice en los textos primarios con el fin de sacar a la luz una pretendida verdad originaria que ha permanecido oculta. La relación entre textos primarios y secundarios, entre textos que pueden ser dichos y textos que dicen lo que ya ha sido dicho, limita las posibilidades discursivas imponiendo como límite los textos primarios. En segundo lugar entre estos controles Foucault señala la noción de autor; lo que él denomina en L’Archéologie du savoir las posiciones subjetivas, es decir, lo que determina en el nivel de las instituciones y de la sociedad quién puede tener un tipo determinado de discurso. En tercer lugar se detiene sobre la disciplina. Ésta determina las condiciones que debe
cumplir una proposición para poder pertenecer a un dominio determinado del saber, para poder ser considerada como verdadera o como falsa (OD, 38). 3) Procedimientos de enrarecimiento (raréfaction). Se trata de procedimientos que limitan el intercambio y la comunicación de los discursos y que determinan la apropiación social del discurso: las instancias rituales, religiosas o no, el sistema educativo, el aparato judicial, etcétera. “Hay en nuestra sociedad, sin duda, y yo imagino que en todas las otras, pero con un perfil y con escansiones diferentes, una profunda logofobia, una especie de miedo sordo contra estos hechos, contra esta masa de cosas dichas, contra la aparición de todos estos enunciados, contra todo lo que pueden tener de violentos, contra este gran murmullo incesante y desordenado del discurso. Y si queremos –no digo suprimir este miedo–, sino analizarlo en sus condiciones, su juego y sus efectos, creo que es necesario disolver tres decisiones a las que nuestro pensamiento actual resiste un poco y que corresponden a los tres grupos de funciones que acabo de evocar: cuestionar nuestra voluntad de verdad, restituir al discurso su carácter de hecho y, finalmente, eliminar la soberanía del significante” (OD, 52-53). • “Creo que este Ordre du discours había mezclado dos concepciones o, mejor, para una cuestión que considero legítima (la articulación de los hechos del discurso en los mecanismos del poder) propuse una respuesta inadecuada. Es un texto que escribí en un momento de transición. Hasta ese momento, me parece que aceptaba la concepción tradicional del poder, del poder como un mecanismo esencialmente jurídico, lo que dice la ley, lo que prohíbe, lo que dice ‘no’, con toda una cantidad de efectos negativos: exclusión, rechazo, barrera, negación, ocultamientos… Ahora bien, considero inadecuada esta concepción […] El caso de la penalidad me convenció de que no se trataba [de analizar el poder] tanto en términos de derecho, sino en términos de tecnología, en términos de táctica y de estrategia; esta sustitución de una grilla jurídica y negativa por una grilla técnica y estratégica es la que traté de hacer funcionar en Surveiller et punir; luego la utilicé en la Histoire de la sexualité” (DE3, 228-229). 2) Estrategias, tácticas, luchas. “No intento encontrar detrás del discurso una cosa que sería el poder y que sería su fuente, como en una descripción de tipo fenomenológico o de cualquier método interpretativo. Yo parto del discurso tal como es. En una descripción fenomenológica, se intenta deducir del discurso algo que concierne al sujeto hablante; se trata de reencontrar, a partir del discurso, cuáles son las intencionalidades del sujeto hablante, un pensamiento que se está formando. El tipo de análisis que yo practico no se ocupa del problema del sujeto hablante, sino que examina las diferentes maneras en las que el discurso cumple una función dentro de un sistema estratégico donde el poder está implicado y por el cual el poder funciona. El poder no está, pues, afuera del discurso. El poder no es ni la fuente ni el origen del discurso. El poder es algo que funciona a través del discurso, porque el discurso es, él mismo, un elemento en un dispositivo estratégico de relaciones de poder” (DE3, 465). • No hay de un lado discurso y de otro poder, opuestos el uno al otro. Los discursos son elementos o bloques de tácticas en el campo de las relaciones de fuerza; puede haber diferentes y aun contradictorios dentro de una misma estrategia (HS1, 134). • En “Il faut défendre la société”, Foucault analiza el discurso de la “guerra de razas” como un instrumento de lucha (IDS, 52-53). 3) Ética, sujeto. En los volúmenes I y II de L’Histoire de la sexualité y en Herméneutique du sujet, Foucault se ocupa de la función del discurso como formador de la subjetividad. Esta función consistiría en ligar el sujeto a la verdad. En la época clásica y en la época helenística no se trata de descubrir una verdad en el sujeto ni de hacer del alma el objeto de un discurso verdadero, sino de armar al sujeto con una verdad (DE4, 362). Para los griegos, y también para los romanos, la ascesis tiene como principal objetivo la constitución del sujeto. Parte esencial de la ascesis es la dotación (el equipamiento, la paraskeué) al sujeto de discursos verdaderos, discursos que puedan convertirse en la matriz de los comportamientos éticos (HS, 312). “[…] la ascesis es lo que permite, por un lado, adquirir discursos verdaderos de los que se tiene necesidad, en todas las circunstancias y peripecias de la vida, para establecer una relación plena y acabada consigo mismo; es lo que permite devenir sí mismo, un sujeto que dice verdad y que se encuentra, por esta enunciación de la verdad, transfigurado […]” (HS, 316). A partir del cristianismo, la función del discurso como nexo entre el sujeto y la verdad será diferente; se tratará, ahora, de volcar en el discurso la verdad de sí mismo, la hermenéutica de su propio deseo, de sus propios pensamientos, de sus propias imaginaciones. De este modo el discurso se vuelve un modo de objetivación del sujeto en términos de verdad (HS, 317). El discurso como objetivación del sujeto será la modalidad fundamental en la confesión y, posteriormente, en el discurso de las ciencias humanas y del psicoanálisis. Véanse: Ascesis, Confesión, Deseo, Psicoanálisis. Época clásica, representación. En la época clásica la tarea del lenguaje ha sido representar el pensamiento. Ahora bien, precisa Foucault, representar no quiere decir traducir, es decir, ofrecer una versión perceptible del pensamiento. Tampoco se requiere ninguna actividad interior, esencial o primitiva de significación. Podríamos decir que el rol del sujeto consiste en reproducir el orden del mundo y no en producirlo. En este sentido, no existe ninguna actividad humana en cuanto tal, una actividad que pueda calificarse de trascendental. El orden del mundo es preexistente al sujeto e independiente de él y, por ello, la única actividad del sujeto, del ego cogito, es la de alcanzar la claridad de los conceptos y la certeza de las representaciones. Entre el mundo y el hombre, entre el ser y el pensamiento, entre el “yo soy” y el “yo pienso” existe un nexo establecido por el discurso, por la transparencia de los signos lingüísticos y por la función nominativa del lenguaje. En el discurso, representación duplicada, se entrelazan la representación-representante y la representación-representada. • “En el umbral de la época clásica, el signo deja de ser una figura del mundo, deja de estar ligado a lo que él marca por los
nexos sólidos y secretos de la semejanza y de la afinidad” (MC, 72). Según Foucault, el clasicismo define el signo por medio de tres variables: el origen del nexo con lo que el signo representa (natural, convencional), la naturaleza del nexo (un signo forma parte de lo que representa o está separado de ello), la certeza del nexo (constante, probable). Foucault señala tres consecuencias de este nuevo estatuto del signo. 1) El lenguaje deja de pertenecer al mundo de las cosas y se instala en el ámbito del conocimiento. Sólo hay signo desde el momento en que se conoce la relación de sustitución entre dos elementos conocidos. 2) Para funcionar el signo requiere que, al mismo tiempo que se lo conoce, se conozca también aquello que representa. Para que un elemento de una percepción, por ejemplo, pueda servir como signo, es necesario que se la distinga y separe de aquello de lo que formaba parte. La constitución del signo es inseparable del análisis de la representación. 3) Los signos naturales son sólo un esbozo de lo que se instaura por convención. Un sistema arbitrario de signos, por otro lado, debe permitir el análisis de las cosas en sus elementos más simples (MC, 72-77). Ahora bien, como vemos, un signo puede ser más o menos probable, estar más o menos alejado de lo que representa, ser natural o arbitrario; pero lo que lo define como signo es la relación entre el significante y el significado, que se establece en el orden del conocimiento, de la representación. Según la definición de la Gramática de Port-Royal, el signo encierra dos ideas –la de la cosa que representa otra y la de la cosa representada–, y su naturaleza consiste en excitar la primera por medio de la segunda (MC, 78). “El análisis de la representación y la teoría de los signos se penetran absolutamente la una a la otra […]” (MC, 79). • Durante la Época Clásica, pensar consistía en elaborar un método universal de análisis que condujese a la certeza mediante una adecuada concordancia entre signos-representantes y representaciones-representadas, de modo que aquéllos, los signos, repitieran el mundo ordenadamente, ofreciéndonos un “cuadro” de los seres que desordenadamente constituyen el mundo. La posibilidad de este método universal de análisis se funda en la capacidad de nombrar, de atribuir un nombre –un signo representante– a cada una de nuestras representaciones y articular estos nombres entre sí. El discurso es, para la época clásica, la reducción del lenguaje al funcionamiento en la proposición. Ésta es la exigencia fundamental –Foucault diría “la exigencia epistémica”– de todo el pensamiento clásico que determina la forma de todas las ciencias clásicas: exigencia de nombrar, de duplicar las representaciones, y de articular los nombres de las representaciones mediante la función copulativa del verbo “ser”. El verbo “ser”, en efecto, afirma la coexistencia de las representaciones. Aquí radica lo esencial de la noción foucaultiana de discurso aplicada a la Época Clásica: la posibilidad de representar articuladamente las representaciones, de analizar en la sucesividad de la proposición la simultaneidad del pensamiento. A través del discurso, duplicando las representaciones, es posible disponer las series sucesivas de éstas en un
cuadro simultáneo de identidades y diferencias. En otras palabras, es posible analizar el pensamiento y, a través de este análisis, establecer una taxonomía de los seres. El discurso, el poder de representar articuladamente las representaciones, funda el nexo entre el pensamiento y los seres, y funda, como dijimos, la posibilidad de reconstituir un cuadro ordenado de identidades y diferencias a partir de cuanto nos es dado a través de los sentidos y, sobre todo, a través de la imaginación. “La vocación profunda del lenguaje clásico ha sido siempre la de hacer ‘cuadros’: sea como discurso natural, recolección de la verdad, descripción de las cosas, cuerpo de conocimientos exactos o diccionario enciclopédico” (MC, 322). • La gramática general tendrá por función estudiar el funcionamiento representativo del lenguaje: se trata de un análisis del nexo que une las palabras entre sí (teoría de la proposición y del verbo), de las diferentes clases de nombres y de la manera en que recortan la representación y se distinguen entre sí (teoría de la articulación), de la manera en que las palabras designan lo que dicen en su valor primitivo (teoría del origen, de la raíz) y sus desplazamientos (teoría de la retórica y de la derivación) (MC, 106-107). • A diferencia del Renacimiento, el lenguaje no se mueve en el espacio del comentario, limitado por su trabajo infinito y la existencia de un Texto primitivo. En su lugar, debido a las exigencias de la máthesis y la taxonomía (véase: Episteme clásica) nos encontraremos con la ars combinatoria y la enciclopedia. Ellas constituyen el momento científicamente fuerte del clasicismo. Literatura, lingüística. En el siglo XIX, “la literatura se distingue cada vez más del discurso de las ideas y se encierra en una intransitividad radical; se desprende de todos los valores que podían hacerla circular en la época clásica (el gusto, el placer, lo natural, lo verdadero), y hace nacer en su espacio propio todo lo que puede asegurar la negación lúdica (lo escandaloso, lo feo, lo imposible); rompe con toda definición de ‘géneros’ como formas ajustadas a un orden de representaciones; y se convierte en pura y simple manifestación de un lenguaje que sólo tiene por ley afirmar, contra todo otro discurso, su existencia escarpada” (MC, 313). En la cultura contemporánea la literatura, como la lingüística, viene a ocupar el lugar que ocupaba el discurso en la época clásica (MC, 394).
Discours [3940]: AN, 3, 7, 11-12, 14-15, 20, 23, 26, 30-34, 37, 55, 64-67, 69, 73, 108-111, 120, 121, 141, 148-150, 156, 158, 164, 170, 174-175, 179, 181, 185, 188-189, 191, 194, 198, 202-205, 208, 210, 215, 217-220, 223-224, 226, 236, 238, 250, 261, 291-292, 310. AS, 15, 17, 22, 27, 31, 32-34, 36-48, 50-51, 55-74, 77-78, 80-81, 83, 85-101, 105-107, 122, 125, 130, 136, 141, 148, 150, 153, 155-156, 158, 160-162, 164, 166-173, 177-178, 180-187, 190-200, 202, 204-206, 208-211, 213-218, 220, 222-223, 225, 229-232, 235-238, 240-244, 246-247, 251-253, 255, 260-263, 267-268, 270-275. DE1, 77, 80, 86, 89, 97, 112, 160, 162, 173, 177, 191-192, 195, 198, 201-202, 204-205, 207, 212, 214,
218, 220, 228, 233-234, 236, 239-241, 243, 247, 250, 256, 258, 264, 280, 294, 299, 302, 304, 309-310, 312, 328, 337-338, 340, 354, 396, 409, 414, 423, 425, 432, 436, 438, 448, 451-454, 458-459, 464, 493, 497, 501-502, 506-509, 511-512, 514, 518-523, 525, 534, 536-539, 545, 547, 548, 551, 555-556, 565, 585-586, 588-591, 593-596, 598-600, 605-607, 611-613, 615, 621-623, 625, 629, 639, 641-642, 645, 647-648, 650, 660-663, 674-687, 688-714, 716-722, 724-731, 736, 740, 750-751, 757-759, 772-781, 783-785, 787-788, 790-791, 798-808, 810-812, 817-818, 822, 828, 839-841, 843, 845. DE2, 8-10, 12-13, 15, 17, 19-20, 22, 28-29, 34, 50, 54, 57-58, 65-66, 68, 70, 74, 76, 79, 81-83, 98, 106, 112, 121, 129-130, 139-140, 151, 158-159, 161, 164-169, 173-174, 182, 187, 207-208, 226, 234-236, 238, 241, 245, 247-249, 252, 256-258, 261, 263-264, 267, 281-285, 295, 305, 307-308, 310, 313, 319-320, 324, 369-371, 395-398, 401, 405-406, 408-412, 425, 432, 449, 458, 460, 464, 473-474, 499, 517, 522-524, 539-540, 542, 544, 561, 570, 607, 621, 623, 629-638, 644-646, 650, 652, 654-656, 658, 666, 672, 680, 683, 689-690, 692-694, 700, 703, 705, 710, 719-721, 732, 736-737, 739-741, 745-746, 748-749, 753, 757, 760, 763, 772, 785, 790, 808-809, 814-816, 823, 827. DE3, 10, 22, 28-29, 32-34, 36-37, 39, 52, 77-78, 85, 90-91, 97-99, 102-103, 105-106, 110, 112, 117, 122-124, 126-129, 132-137, 142-143, 145-151, 153, 155-158, 162-163, 165-169, 171, 175-178, 180, 187-189, 193, 196, 204, 206, 222, 228-230, 236, 238, 240-241, 244-246, 248-253, 257-260, 262-263, 277-279, 281, 290-292, 294-295, 298-299, 301, 303, 306, 312-315, 318, 320-321, 323, 333-334, 338, 351, 357-358, 367, 369, 372, 380-382, 386, 402, 404-405, 410, 412-414, 418-420, 422-424, 435, 444, 464-467, 469-470, 473-474, 483-485, 488-490, 503, 522-526, 528, 541-543, 549, 554-558, 567, 570-573, 575, 579, 583-585, 594, 600-602, 612, 618-619, 622, 626-627, 632, 634, 638, 642, 729, 734, 768, 806-807, 811, 814-816. DE4, 26, 32-34, 44-46, 48, 53-54, 57, 60, 67-71, 75-77, 79, 81-85, 91, 97-98, 101, 105, 141, 150-151, 161, 163, 169, 180, 185, 197, 201, 204, 219, 221, 271, 282, 284, 286-287, 292, 315, 321, 328, 334-335, 346, 349, 359, 360-362, 378, 395, 403, 405, 408, 418-420, 426, 432, 437, 443, 448, 450-451, 454, 456, 465, 481, 485, 490, 497, 504, 530, 537, 543, 546, 550-552, 574, 577, 591-592, 602, 619, 625, 628, 632-634, 636-637, 639, 642, 670, 677-679, 681, 700, 703, 709, 719, 724, 726, 732, 737, 741-742, 769-770, 782, 785, 790, 797, 800, 804, 816, 825. HF, 9-10, 29-30, 44, 46, 65, 105, 126, 132, 137-138, 142-143, 158, 181, 187, 225, 234-235, 241, 298, 300-305, 309, 318, 354, 413, 417-418, 420, 427, 453, 466, 485, 593, 601, 608, 618, 638-640, 651, 667. HS, 21, 23, 26, 37, 61, 84, 88, 100, 102, 118, 131, 134-135, 140, 143, 148, 158, 165, 176, 179-180, 182, 191, 207, 214-215, 229, 232-233, 241, 243, 301, 308-309, 312-313, 315-318, 322, 324-326, 328-332, 334, 338, 341-343, 346-348, 350-351, 355-356, 359, 362-363, 365-367, 369, 373-374, 376-378, 382-386, 388-393, 397, 398, 433, 450, 464, 467. HS1, 9-16, 18-21, 25-26, 29-30, 32-35, 37-50, 58, 60, 64, 71, 73-76, 78, 82-92, 94-98, 102, 110, 116, 119, 128-130, 132-135, 139, 145, 148, 153, 159, 162, 170-171, 184-185, 189, 207, 209-210.
HS2, 15, 18, 24-25, 27, 54, 60, 64, 66, 101, 165, 173, 182, 188-191, 208, 210, 212, 214, 222, 224, 230, 234, 240, 252-255, 258-260, 263, 273, 279, 281. HS3, 19, 41, 47, 54, 65, 73, 103, 110, 123, 136, 161, 165-167, 177, 189, 195, 219, 227, 243-252, 254, 259-261, 276. IDS, 3, 7, 9-13, 15, 22-24, 27, 33-37, 42-53, 57-73, 75, 83-89, 92, 94-96, 101, 106, 111-112, 116-120, 123, 125-126, 145-147, 151, 155, 158-159, 162, 165, 169-170, 173-174, 176-177, 180-181, 184-186, 191, 193-194, 198-204, 208, 211, 229. MC, 9, 45, 49-50, 55-59, 63, 77, 80-81, 93-100, 102-103, 105-117, 120-122, 127, 132-136, 142-143, 147-148, 151, 156, 160, 163, 170-171, 179-180, 182, 216-217, 220-224, 229-230, 232, 240-246, 248-249, 251, 262, 264, 268-269, 293, 295-296, 306, 309, 311-313, 315-323, 325-326, 331-332, 334, 346-350, 352, 355, 357, 364, 366, 369-370, 372-373, 384-385, 388, 390-391, 394-395, 397. NC, VII VIII, X XV, 62, 64, 68, 82, 88, 96, 101, 107, 118-119, 121, 137, 157-158, 172, 175, 200-202, 208-209, 211. OD, 7-12, 14-18, 20-29, 31, 35-55, 59, 61-62, 64-74, 78-81. PP, 4, 6, 8-9, 12, 14-16, 18, 28-29, 33, 41-43, 50-51, 54, 57-61, 86-88, 95-96, 100, 103, 122-123, 132-134, 136, 139, 146, 148, 160, 164-166, 170, 195, 208, 301, 307, 321-322. RR, 7, 10, 24, 36, 47, 54-55, 70, 72, 74, 80, 98, 124, 128-129, 131, 143-144, 148, 163, 165, 167, 183-186, 192-193, 196-197. SP, 24, 27, 29, 31, 33-35, 51, 59, 68-69, 71, 75-76, 80, 82, 93-95, 99, 100-102, 105, 108, 110, 112-116, 131, 133, 150, 152, 160, 171, 174, 180, 193-194, 226-227, 234, 238, 242, 256, 260, 276, 280-281, 288-290, 295-296, 313-315.
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