El vocabulario de Michel Foucault: letra A.
Antropología
(Anthropologie). Foucault ha presentado retrospectivamente su trabajo como un análisis histórico de los diferentes modos de subjetivación (DE4, 222-223). En este sentido, el sujeto ha sido el eje de todo su recorrido histórico-filosófico. Sin embargo, este proyecto no constituye de ninguna manera una antropología, ni en el sentido filosófico ni en el sentido de las ciencias humanas. De la larga introducción a la edición francesa de la obra de L. Binswanger, Le rêve et l’existence, hasta Les Mots et les choses y las obras posteriores, se puede descubrir el progresivo alejamiento de la antropología tal como era practicada en el contexto intelectual en que se formó Foucault. La vía real de la antropología. “En la antropología contemporánea nos parece que la obra de Binswanger sigue la vía real. Él ha tomado ‘de costado’ el problema de la ontología y de la antropología, yendo directamente a la existencia concreta, sus desarrollos y sus contenidos históricos” (DE1, 67). Binswanger va y viene entre las formas antropológicas y las condiciones ontológicas de la existencia. No se trata, sin embargo, de una aplicación de los métodos de la filosofía del análisis existencial (Heidegger) a los datos de la experiencia (en este caso, clínica), sino de alcanzar el punto en el que se articulan las formas y las condiciones de la existencia, es decir, el individuo. De este modo, la antropología de Binswanger evita una distinción a priori entre ontología y antropología o una división de ésta en filosofía y psicología. Además de esta atracción por el texto y el procedimiento de Binswanger, Foucault promete una obra posterior en la que habría de situar el análisis existencial en el desarrollo de la reflexión contemporánea sobre el hombre. En esa obra mostraría la inflexión de la fenomenología hacia la antropología, los fundamentos propuestos para la reflexión concreta sobre el hombre. Una antropología que se opondría a todo positivismo psicológico y se sitúa en un contexto ontológico (DE1, 65-66). Esta obra nunca apareció. El sueño antropológico. “La antropología constituye quizás la disposición fundamental que dirige y conduce el pensamiento filosófico desde Kant hasta nosotros” (MC, 353). Desde el momento en que la representación perdió el poder de determinar por sí sola el juego del análisis y la síntesis, es decir, con la desaparición de la episteme clásica, la antropología en cuanto analítica de la finitud se convirtió en esa disposición fundamental. Apareció así esta forma de reflexión mixta, en la que los contenidos empíricos (del hombre viviente, trabajador y hablante) son subsumidos en un discurso que se eleva hasta la presunción de lo trascendental. En este Pliegue de lo empírico y lo trascendental la filosofía ha entrado en el sueño antropológico: todo conocimiento empírico, si concierne al hombre, vale como campo filosófico posible en el que se puede descubrir el fundamento del conocimiento, la definición de sus límites y la verdad (MC, 352). Este pliegue delimita el terreno en el que germinaron las ciencias humanas (la psicología, la sociología, el análisis de los mitos y de la literatura). La aparición de las contra-ciencias humanas (la etnología, el psicoanálisis, la lingüística) nos anuncia que el hombre está por desaparecer. Pero Foucault ve sobre todo en Nietzsche el primer esfuerzo por desenraizar el pensamiento de la antropología, por despertar al pensamiento de su sueño antropológico. “Nietzsche ha encontrado el punto en el que el hombre y Dios se pertenecen mutuamente, en el que la muerte del segundo es sinónimo de la desaparición del primero, y en el que la promesa del superhombre significa primeramente y ante todo la inminencia de la muerte del hombre” (MC, 353). Filosofía de la historia y arqueología. A diferencia de las filosofías de la historia, la descripción arqueológica de los enunciados se propone multiplicar en el análisis las instancias de la diferencia, de la multiplicidad, de la discontinuidad. No se trata, para ella, de recurrir a un sujeto único (la conciencia, la razón, la humanidad) como soporte de una historia continua en la que el pasado encuentra su verdad en el presente, y en la que éste, en forma de promesa, anticipa un futuro más pleno. Se trata, más bien, de lo contrario: multiplicar las rupturas, evitar las miradas retrospectivas, renunciar a la plétora del sentido o la tiranía del significante. En este sentido, la arqueología rompe con esa solidaridad constitutiva entre antropología y filosofía de la historia. “En la medida en que se trata de definir un método de análisis histórico que esté liberado del tema antropológico, vemos que la teoría que esbozaremos ahora [en L’Archéologie du savoir] se encuentra en una doble relación con las investigaciones anteriores. Ella trata de formular, en términos generales (y no sin muchas rectificaciones, no sin muchas elaboraciones), los instrumentos que estas investigaciones han utilizado mientras se encaminaban o han forjado según las necesidades. Pero, por otra parte, ella se fortalece de los resultados obtenidos entonces para definir un método de análisis que esté purificado de todo antropologismo” (AS, 26). Véanse también: Hombre, Humanismo, Subjetivación.
Anthropologie [145]: AN, 26, 49, 70, 95-96, 143, 153. AS, 22, 26, 182. DE1, 65-68, 87, 96, 105, 109, 113, 117, 119, 136, 239, 248, 288-293, 436, 439, 446-447, 452, 541, 553, 608, 821. DE2, 220. DE3, 80, 96, 144, 208, 454-455, 457, 458-459, 461-462, 579, 622. DE4, 27, 58, 170, 184, 579, 729. HF, 203, 307, 412, 440, 646, 652. HS, 60, 102. HS3, 283. IDS, 174, 235. MC, 15, 238, 261, 269-271, 273-275, 350-353, 388, 390. MMPE, 89. MMPS, 101. PP, 218, 294, 326-327. SP, 24.
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