Obras de S. Freud: La interpretación de los sueños, Estímulos y fuentes del sueño: Fuentes psíquicas de estímulo (Relaciones entre el sueño y las enfermedades mentales)

Relaciones entre el sueño y las enfermedades mentales
Quien habla de la relación del sueño con las perturbaciones mentales puede referirse a tres cosas: 1) relaciones etiológicas y clínicas, por ejemplo si un sueño subroga a un estado
psicótico, lo anuncia o queda como secuela de él; 2) alteraciones que sufre la vida onírica en
caso de enfermedad mental, y 3) relaciones internas entre sueño y psicosis, analogías que
apuntan a un parentesco esencial. Estas múltiples relaciones entre las dos series de
fenómenos han sido en épocas anteriores de la medicina -y hoy lo son de nuevo- un tema
predilecto de los autores médicos, como nos lo muestra la bibliografía sobre este asunto
reunida por Spitta [1882, págs. 196-7 y 319-20], Radestock [1879, pág. 217 ], Maury [1878, págs.
124-5] y Tissié [1898, págs. 77-8]. Recientemente, Sante de Sanctis estudió estos temas. (1) A
los fines de nuestra exposición nos bastará con rozar este importante asunto.
Respecto de las relaciones clínicas y etiológicas entre sueño y psicosis, comunicaré las
siguientes observaciones con valor de paradigmas. Hohnbaum informa [1830, pág. 124] (citado
por Krauss [1858, pág. 619]) que el primer estallido de la locura es muchas veces la
consecuencia de un sueño angustioso y terrorífico, y que la idea obsesiva dominante se liga con
ese sueño. Sante de Sanctis aporta observaciones parecidas en paranoicos y sostiene que en
algunos de ellos el sueño es «la vraie cause déterminante de la folie» (2) La psicosis puede
instalarse de golpe con el sueño eficaz, el que contiene la iluminación delirante, o. desarrollarse
poco a poco a través de varios sueños que aún tienen que luchar con alguna duda. En uno de
los casos de De Sanctis, al sueño conmocional siguieron ataques histéricos leves, y más tarde
un estado melancólico de angustia. Féré [ 18861 (citado por Tissié, 1898 [pág. 781 ) cuenta de
un sueño que tuvo por consecuencia una parálisis histérica. Aquí se nos presenta al sueño
como etiología de la enfermedad mental, aunque también podríamos dar razón del hecho
diciendo que esta tuvo su primera exteriorización en la vida onírica, irrumpiendo a través del
sueño por primera vez. En otros ejemplos, la vida onírica contiene los síntomas patológicos, o la
psicosis queda circunscrita a la vida onírica. Así, Thomayer (1897) llama la atención sobre
sueños de angustia que deben considerarse como equivalentes de ataques epilépticos. Allison
[1868] (según Radestock, 1879 [pág. 225]) ha descrito una insanía nocturna (nocturnal insanity)
en que los individuos parecen completamente sanos durante el día, mientras que por las
noches sobrevienen de manera regular alucinaciones, ataques de furor, etc. Hay observaciones
parecidas en De Sanctis [1899, pág. 226] (equivalente onírico de la paranoia en un alcohólico,
voces que acusan a su mujer de infidelidad) y en Tissié. Este último, más recientemente, aporta
una rica serie de observaciones (1898 [págs. 147 y sigs.]) en que acciones de carácter
patológico (conductas basadas en premisas delirantes, impulsos obsesivos) derivan de sueños.
Guislain [1833] describe un caso en que el dormir era sustituido por una insanía intermitente.
No cabe duda de que algún día ocupará a los médicos, además de la psicología del sueño, una psicopatología del sueño.
En casos de convalecencia después de una enfermedad mental puede observarse muchas
veces, con especial claridad, que siendo sano el funcionamiento diurno la vida onírica puede dar
cabida todavía a la psicosis. Gregory parece haber sido el primero en llamar la atención sobre
ese hecho (según Krauss, 1859 [ pág. 270 ] ). Macario [1847] (citado por Tissié [1898, pág. 89] )
cuenta de un maníaco que una semana después de su completo restablecimiento revivió en
sueños la fuga de ideas y los impulsos vehementes propios de su enfermedad.
Acerca de las alteraciones que la vida onírica experimenta en las psicosis crónicas, muy pocas
son las investigaciones emprendidas hasta ahora. (3) En cambio, desde muy temprano se
atendió al parentesco íntimo entre sueño y perturbación mental, que se exterioriza en la gran concordancia entre las manifestaciones de ambos. Según Maury ( 1878, pág. 124), el primero en señalarlo fue Cabanis, en sus Rapports du physique et du moral ( 1802); después de él, Lélut [ 1852 ], J. Moreau (1855) y, muy en particular, el filósofo Maine de Biran [1834, págs. 111 y sigs.]. Sin duda, la comparación es aún más antigua. Radestock (1879, pág. 217) inicia el
capítulo en que trata de ella con una recopilación de veredictos que establecen una analogía
entre sueño y locura. Kant dice en cierto pasaje [1764]: «El loco es alguien que sueña
despierto». Krauss (1859, pág. 270): «La locura es un sueño dentro de la vigilia». Schopenhauer
[1851b, 1, pág. 246] llama al sueño una locura breve, y a la locura, un largo sueño. Hagen [1846,
pág. 812] define al delirio como vida onírica no producida por el dormir, sino por enfermedades.
Wundt expresa en la Physíologíschen Psychologie [1874, pág. 662]: «De hecho, podemos
nosotros mismos vivir en el sueño casi todos los fenómenos con que tropezamos en los
manicomios».
Spitta (1882, pág. 199) enumera, en forma muy parecida a como lo hace Maury (1878), los
diferentes puntos de concordancia en que se basa la comparación propuesta por estos autores:
«1) supresión o al menos retardo de la autoconciencia, y debido a esto ignorancia acerca del
estado como tal, y por tanto imposibilidad de asombrarse y falta de conciencia moral; 2)
modificaciones perceptivas en los órganos sensoriales, aunque leves en el sueño y en general
muy grandes en la locura; 3) conexión de las representac iones entre sí siguiendo
exclusivamente las leyes de la asociación y la reproducción; en consecuencia, formación
automática de series y, por ende, desproporción de las relaciones entre las representaciones
(exageraciones, fantasmas); por último, como resultado de todo ello, 4) alteración o incluso
subversión de la personalidad y a veces de los rasgos de carácter (perversiones)».
Radestock agrega todavía algunos rasgos, que constituyen analogías en cuanto al material
(1879, pág. 219): «Hallamos casi todas las alucinaciones e ilusiones en el campo de los
sentidos de la vista y del oído, y en el de la cenestesia, Al igual que en el sueño, los elementos
que provienen de los sentidos del olfato y del gusto son los menos. En el enfermo febril, como
en el soñante, afloran en los delirios recuerdos de un pasado lejano; lo que el hombre despierto
y sano parecía haber olvidado, el durmiente y el enfermo lo recuerdan». La analogía entre sueño y psicosis alcanza su pleno valor sólo por el hecho de que se extiende, como un parecido de familia, a los detalles de la mímica y las singularidades de la expresión del rostro.
«Al torturado por un sufrimiento corporal y espiritual el sueño le procura lo que la realidad le
negó: bienestar y dicha; de igual modo, en los enfermos mentales cobran vuelo las gratas
imágenes de la dicha, la grandeza, la encumbrada posición y la riqueza. La posesión presunta
de bienes y el cumplimiento imaginario de deseos cuyo rehusamiento o cuya aniquilación dieron
precisamente un fundamento psíquico al extravío constituyen, las más de las veces, el
contenido principal del delirio. La mujer que perdió a un hijo querido delira con las alegrías de la
maternidad, el que perdió su fortuna se tiene por rico sin medida, la muchacha burlada se ve
tiernamente amada».
(Este pasaje de Radestock es resumen de una detallada y fina exposición de Griesinger (1861,
pág. 106), quien con toda claridad descubrió el cumplimiento de deseo en cuanto rasgo común
al modo de representación del sueño y de la psicosis. Mis propias investigaciones me han
mostrado que aquí ha de verse la clave para una teoría psicológica del sueño y de las psicosis.)
«Barrocas conexiones de pensamientos y debilidades en el juicio son los caracteres principales
del sueño y de la locura». Tanto en uno como en otra [prosigue Radestock] hallamos una
sobrestimación de los propios rendimientos mentales que un juicio sobrio consideraría
insensatos; al rápido decurso de las representaciones en el sueño corresponde la fuga de ideas
en la psicosis. En ambos falta toda medida de tiempo. La escisión de la personalidad en el
sueño, que por ejemplo reparte entre dos personas lo que el sujeto sabe, -y hace que la extraña
corrija en el sueño al yo propio, tiene exactamente el mismo valor que la conocida escisión de
personalidad en la paranoia alucinatoria; también el soñante oye sus propios pensamientos
pronunciados por voces extrañas. Hasta para las ideas fijas delirantes hallamos una analogía en
los sueños patológicos que se reiteran a modo de estereotipos (rêve obsédant). Después de
restablecerse de un delirio, no es raro que los enfermos nos digan que todo el tiempo de su
enfermedad les pareció un sueño, muchas veces no desagradable, y aun nos comuniquen que
en ocasiones sospecharon, estando todavía enfermos, que sólo eran prisioneros de un sueño,
tal como suele sucederle al durmiente.
Después de lo dicho, no es maravilla que Radestock resuma su opinión, como la de muchos
otros, con estas palabras: «La locura es un fenómeno patológico anormal que debe
considerarse una agravación del estado onírico normal que se reitera periódicamente» (1879,
pág. 228). Krauss (1859 [págs. 270-1]) ha querido fundamentar en la etiología (o más bien en
las fuentes de excitación) un parentesco entre sueño y locura, más íntimo quizá que lo
autorizado por la analogía entre sus exteriorizaciones. El elemento básico común a ambos es, a
su juicio, como ya vimos, la sensación orgánicamente condicionada, el -estímulo corporal, la
cenestesia que resulta de la colaboración de todos los órganos (cf. Peisse, 1857, 2, pág. 21,
citado por Maury, 1878, pág. 52).
Esta concordancia entre sueño y perturbación mental, que es indiscutible y llega hasta los
detalles característicos, es uno de los más fuertes sustentos de la teoría médica de la vida
onírica, que ve en el sueño un proceso inútil y perturbador y la expresión de una actividad
psíquica disminuida. Ahora bien, no cabe esperar que las perturbaciones mentales nos
procuren el esclarecimiento definitivo del sueño, pues es bien conocido de todos el estado
insatisfactorio en que se encuentra nuestro saber sobre el origen de aquellas. Pero es muy
probable que una diferente concepción sobre el sueño haya de influir en nuestras opiniones acerca del mecanismo interno de las enfermedades mentales, y así tenemos derecho a decir que trabajamos en el esclarecimiento de la psicosis cuando nos empeñamos en sacar a luz el secreto del sueño. (4)

Continúa en ¨Fuentes psíquicas de estímulo (Apéndice de 1909)¨

Notas:
1- [Nota agregada en 1914:] Entre los autores que posteriormente abordaron estas relaciones se incluyen Féré [18871, Ideler [1853]., Lasègue [1881], Pichon [1896], Régis [1894], Vespa [1897], Giessler [1888, etc.], Kazowsky [1901], Pachantoni [1909], etc.
2- {«la verdadera causa determinante de la locura».}
3- [El propio Freud trató posteriormente esta cuestión en «Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad» (1922b), AE, 18, pág. 223,]
4- [La relación entre sueños y psicosis se aborda en la 29º de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (Freud, 1933a).]