Psicopatología y Semiología Psiquiátrica: PSICOPATOLOGÍA DEL YO (Psicopatología de la dimensión realidad-irrealidad)

3.1. PSICOPATOLOGÍA DEL YO

A. PSICOPATOLOGÍA DE LA DIMENSIÓN REALIDAD-IRREALIDAD
* Psicopatología de la dimensión realidad-irrealidad en relación al entorno: La defectuosa integración de la dimensión realidad-irrealidad se traduce en un compromiso del principio de realidad, que puede ser afectado en los tres niveles que señalamos: apreciación, sentido y juicio de realidad.
a) Trastorno de la apreciación de realidad en relación al entorno: el yo capta y percibe la realidad con un sesgo importante. Su conflicto reside en apreciar los hechos, las personas y objetos que lo rodean desde una predisposición interna, repetitiva, rígida, poco flexible y obstinada, con especial dificultad en enriquecerse en su interacción con ella, y más bien enfrentándola con moldes prefijados. Es lo que vemos en los típicos trastornos de personalidad. El obsesivo siempre aprecia la realidad como caótica, despertando en él deseos de controlarla. El histérico la mira desde el prisma de lo sensual, de la excitación, tratando de manejarla para obtener estas satisfacciones. El dependiente repara en los aspectos de apoyo o abandono y su manejo se orienta en conseguir el primero. Un narcisista percibe casi exclusivamente cuáles son las fuentes de admiración y cuáles las de rechazo, para aproximarse a unas y alejarse de las otras. En todos estos trastornos mencionados, y en los que quedan, esta apreciación parcial de la realidad compromete la funcionalidad yoica, afectando su estabilidad, fortaleza, capacidad de romper círculos viciosos y flexibilidad adaptativa en un grado significativo.
Es muy difícil fijar los límites de la elaboración neurótica de la realidad (apreciación de la realidad) pero podríamos decir que ella altera el relieve de la realidad en el sentido de que el yo neurótico en su apreciación omite elementos de ella y exalta o advierte otros, sin caer en errores, propiamente de juicios, sino de toma en cuenta. De ahí que el calificativo de condición neurótica emana del contexto clínico y no de las unidades sistemáticas que le haremos referencia.
b) Trastorno del sentido de realidad en relación al entorno: en este nivel de compromiso el yo capta la realidad con un sesgo tal, que no sólo compromete su apreciación sino además su sentido. En este yo es difícil precisar cuál es su propósito vital, hacia dónde camina, qué busca y de qué manera incorpora los elementos de la realidad para construir sus proyectos. No se advierte el sentido en las áreas más relevantes de su vida. Su vida laboral es inestable, discontinua e inconsistente, dejada al arbitrio de las circunstancias, con expectativas muy pobres o extremadamente altas para sus posibilidades y condiciones. Su vida afectiva sufre similar caos. Relaciones de pareja inestables, sin proyección, múltiples y cambiantes, o muy pobres y casi inexistentes. Lo mismo en su vida familiar. Esta misma desorganización se muestra en sus compromisos con la sociedad y con sus sentimientos de trascendencia. Sus amistades son vividas con igual sentimiento de inmediatez y sin el necesario cuidado y cultivo que requieren para proyectarse con un sentido propio para él. Este compromiso yoico lo presentan el límite (borderline), el paranoico y el esquizotípico.
c) Trastorno del juicio de realidad en relación al entorno: el trastorno del principio de realidad a este nivel es grave. Se ve afectado el cimiento, los ladrillos básicos que permiten al yo captar un sentido de realidad y apreciar la realidad. En el capítulo sobre psicopatología del pensamiento, descubrimos las alteraciones del juicio, como consecuencia de una vivencia de realidad perturbada. Esta vivencia de realidad, definida por Jaspers como «vivencia que percibimos corporalmente, que está en la conciencia del ser, y que significamos desde la resistencia que nos opone», es una vivencia de significaciones. Es la significación de lo percibido, lo trastornado en esta categoría. Este proceso de conmoción yoica puede provenir desde lo sintomático, por ej. un compromiso de conciencia, pero también desde un compromiso más estructural, derivado de una deficiente integración de las polaridades de la dimensión realidad-irrealidad, donde el yo va quedando sumido en la irrealidad. Este proceso de desintegración yoica conduce a las percepciones y ocurrencias delirantes primarias, donde el entorno es paranoideamente amenazante, y esquizoideamente evitado.
* Psicopatología de la dimensión realidad-irrealidad en relación a sí mismo (conciencia de sí mismo): la defectuosa integración de la dimensión realidad-irrealidad se traduce en un compromiso del principio de realidad, que puede ser afectado en los tres niveles que hemos reiteradamente señalado: apreciación, sentido y juicio de realidad.
a) Trastorno de la apreciación de realidad en relación a sí mismo: la apreciación de sí mismo del yo, está distorsionada por sus motivaciones internas, sus deseos y temores, de manera tal que su pertenencia, identidad, límites, unidad, salud, existencia y corporalidad se ve, o amenazada, o es vivida con una seguridad o sobre valorización desadecuada. Ambas percepciones lo conducen a situaciones conflictivas y contradictorias.
– Trastorno de la conciencia de pertenencia
– Despersonalización alopsíguica: la apreciación de su persona, en relación a sus vivencias, a su yo psíquico, le resulta extraña, lejana y poco familiar. No alcanza la gravedad del psicótico ya que no hay trastorno del juicio sino de la apreciación del sí mismo. Llegan a decir: «mi vida parece pertenecer a otro mundo que no es real… siento el vacío dentro de mí y en mi cabeza… me comporto como un autómata… etc.» (Bernard 1978).
Ejemplo:
Una paciente que tuvimos la oportunidad de seguir a lo largo de 12 años sin mayor variación, tenía crisis de tipo accesionales, en que súbitamente se sentía cerca de la muerte, «como que yo no soy yo», «no logro enchufarme en mí misma» «como que me disuelvo». Creía haber encontrado la forma de mentalizar este estado pellizcándose dolorosamente. Esta sintomatología que describía como accesional e impredictible, no le rompió su esquema vital ni tuvo mayores alcances clínicos.
– Desrealización: el sujeto siente extraño el mundo que lo rodea. Como si el no perteneciera a ese mundo, le es ajeno. Aunque este sentimiento se da en relación al entorno, es la sensación de falta de pertenencia del mundo para sí, lo que lo caracteriza, por eso lo clasificamos en los trastornos de la conciencia de pertenencia.
Ejemplo:
Una paciente profesional de éxito se ve bruscamente trasladada a un país extranjero y reducida a tareas exclusivamente domésticas, y dice textualmente: «entre pañales, mamaderas y ollas, empecé a sentir angustiosamente rabia, como un personaje al que lo cambian bruscamente de argumento». Y no sabe qué hacer.
– Trastornos de la conciencia de unidad
– Vivencias de escisión: son enjuiciadas por el sujeto, y no tienen por tanto el carácter apodíctico de las escisiones psicóticas. El paciente se queja de un sentimiento de desdoblamiento, refiriendo que se siente como un espectáculo para sí mismo. Puede llegar al grado de ilusión, en que el paciente tiene la visión de su doble, fenómeno llamado heautoscopia. P. Schilder describe un paciente obsesivo que sentía su pene aplastado en la calle por un coche. Su pene y su vejiga estaban separados de él (Bernard 1978).
– Vivencias de disociación: la apreciación de su unidad psíquica se compromete, llegando a sentirse como alguien totalmente diferente (múltiple personalidad), como que su pasado no lo vivió (amnesia psicogénica), o como que ciertas situaciones no tienen nada que ver con su yo (fuga psicogénica).
– Trastornos de la conciencia de identidad
– Alteración de la conciencia de identidad: la apreciación de su continuidad y mismidad a través del tiempo, es errática. O se percibe como idéntico al que era en su infancia o adolescencia, sintiéndose niño, como si el tiempo no hubiera pasado, o ha cambiado tanto que le cuesta reconocerse en su pasado. Alteración de la apreciación de sí mismo con el juicio conservado. No amenaza los cimientos del yo como en el psicótico.
– Trastornos de la conciencia de límites
– Alteración de la conciencia de límites: sin llegar a la apersonificación ni al transitivismo, presentan un compromiso en la apreciación de su persona en la relación con los demás. Con suma ligereza sienten que lo que ellos experimentan y viven es lo que el otro vive y siente, y viceversa, lo que les dificulta objetivar las vivencias del otro.
Ejemplo:
Un estudiante provinciano cae en una envidia-admiración extrema frente a lo que él considera altísimos exponentes de la aristocracia, en belleza y seguridad en sí mismos. Los imita hasta donde le es posible, despreciándose a sí mismo por ello, y describe episodios en que cuando establece una relación social con uno de estos paradigmas que el llama exquisitos, se siente fusionado de tal manera en el otro, que siente que pierde su propia identidad.
– Trastornos de la conciencia del existir
– Alteraciones de la conciencia del existir: nunca se llega a la pérdida de la conciencia del existir como en el psicótico, sin embargo estos pacientes refieren vivir como en un vacío, con extraños sentimientos de existencia vacua, inconsistente, y sin sentido.
Ejemplo:
Una paciente casada con un cónyuge con graves perturbaciones de la personalidad, que lo hacen reiterativos en forma asfixiante, expresa que «cuando ya no tengo excusa y me veo obligada a volver a mi casa, siento que dejo de existir, todo se me paraliza, no hago nada, paso tendida en la cama y ni siquiera siento que pasa el tiempo, mi vida se transforma en un vacío sin sentido».
– Trastornos de la conciencia de enfermedad
– Alteraciones de la conciencia de enfermedad: no se pierde por completo la conciencia de enfermedad cuando está en tal situación, sin embargo aprecia distorsionadamente su condición. O siente que está invalidado, que está grave, que va a morir, cuando sufre pequeños síntomas, o los minimiza a tal grado que no se preocupa de su estado de salud, no se cuida ni pide ayuda.
– Trastornos de la conciencia corporal
– Despersonalización somatopsíquica: sentimiento de lejanía, extrañeza y desvitalización referida a su yo corporal. Está comprometida la apreciación de la conciencia corporal, que es una experiencia unitaria y de amplitud global.
Las vivencias de despersonalización corpórea suelen tener un carácter global, relacionándose el extrañamiento con la totalidad del yo corporal. Sólo excepcionalmente toman un carácter circunscrito en algún segmento corporal vivido (López-Ibor 1966).
Ejemplo:
Un paciente en entrenamiento autógeno, reaccionó con una sensación de emancipación ansiosa del cuerpo, se asustó y lo vivió como una experiencia alarmante.
– Somatizaciones: trastornos de la conciencia corporal del yo, en la que el cuerpo es vivido como fuente de dolencias físicas inexistentes. Los síntomas que el paciente refiere pueden ser de lo más variado y comprometen cualquier órgano o función. Descartamos acá los trastornos psicosomáticos en los cuales existe un daño orgánico.
La sensación de estar permanentemente enfermo se denomina hipocondría. Cuando el síntoma está ligado a un conflicto psicológico identificable o muy probable, se habla de síntoma de conversión.
b) Trastornos del sentido de realidad en relación a sí mismo. No hay un compromiso en la vivencia de significación, sin embargo, aunque el yo percibe significados no alejados de la realidad, éstos están distorsionados de manera tal, que el yo tambalea en su propia conciencia de sí, impidiéndole proyectarse con sentido, y por ende, autodestruyéndose más que desarrollándose.
Los trastornos de la conciencia de sí mismo en este nivel ocupan un lugar intermedio entre los derivados de un trastorno del juicio de realidad y los derivados de un trastorno de la apreciación de realidad. No haremos la descripción de cada uno de los trastornos para no caer en repeticiones. Se debe tener presente que las despersonalizaciones, pérdidas de límite, sentimientos de vacío e inexistencia, y compromiso de la identidad, se alteran en tal grado que si bien no tienen el carácter psicótico de los que describiremos a continuación, a veces casi se confunden.
c) Trastorno del juicio de realidad en relación así mismo: el principio de realidad está comprometido en sus bases, de manera análoga a lo descrito en relación al entorno, y se expresa en los siguientes fenómenos psicopatológicos.
– Trastornos de la conciencia de pertenencia:
– Despersonalización alopsíquica: los fenómenos de despersonalización alopsíquica cuando está trastornado el juicio de realidad, consisten en, desconocimiento, negación y extrañeza frente a su propio yo psíquico, que el paciente vive con desconcierto y gran angustia. Sin embargo le cuesta comunicarlo y pedir ayuda. Aunque atisba lo extraño del fenómeno que le acontece, lo refiere como algo inmutable. «Ya no soy el mismo, me desconozco, no tengo las mismas sensaciones de antes, soy otro». Estas vivencias dan pronto pie a construcciones delirantes. En el período de trema esquizofrénico descrito por Conrad la despersonalización es un síntoma habitual.
– Desrealización: el entorno le resulta extraño, todo cambiado, como si él no perteneciera a ese mundo. Lo vive como amenazante, poco familiar, lo angustia en extremo. También lo plantea con convicción apodíctica y sin clara conciencia de que es un fenómeno patológico.
Ejemplo:
Un paciente que mencionamos en relación a la perplejidad, se detenía en objetos triviales de la sala de examen, diciendo: «se que es un delantal, que es blanco, que es de género, pero deja de parecerme natural», «porque si lo toco está ahí, pero pierde consistencia en mi mente».
– Pensamientos fabricados: trastorno de la conciencia de pertenencia del propio yo, en el que el paciente tiene la impresión de que sus pensamientos no provienen de él, es otro el que los ha pensado, un poder extraño se los presenta ya hechos, ya fabricados; él no es autor de sus pensamientos, ya no es dueño de ellos, en suma ha perdido el carácter de propiedad personal de su pensar.
Ejemplo:
Una enferma esquizofrénica decía «estos pensares de sangre no son míos, son de Satanás».
– Robo del pensamiento: trastorno de la conciencia de pertenencia del propio yo, en el cual el paciente deja de ser dueño de sus propios pensamientos, los cosifica y le pueden ser sustraídos. Si le desaparece un pensamiento, por ejemplo, el paciente lo vive con el sentimiento de que se lo han extraído desde fuera.
Ejemplo:
Los pacientes lo describen con frecuencia como «me producen vacíos mentales» «ellos me sacaron los pensamientos».
– Imposición del pensamiento: trastorno de la conciencia del yo, también en relación a los pensamientos, pero en este caso ya no son fabricados, ni se los roban. Los pacientes refieren que sus pensamientos no son los suyos, no son como ellos piensan comúnmente, sino que les han sido impuestos. Hay una fuerza extraña, externa a su yo, que los hace pensar de tal o cual modo. Los términos fabricación, robo, imposición, corresponden al relato habitual hecho por estos pacientes, los cuales usan esos mismo términos y por lo que así han prevalecido.
Ejemplo:
Un paciente esquizofrénico dice: «Me meten pensamientos en la cabeza, lo que pienso no lo pienso yo, me obligan a pensarlo. Son los comunistas con sus máquinas. Me hacen pensar que me mate».
– Fenómenos de influencia: llamados también por Jaspers «Acción voluntaria influida». Es un término más genérico, que además de incluir los trastornos de la conciencia de pertenencia al yo en relación al pensamiento, también se refiere a los trastornos de la conciencia de pertenencia del yo en relación a la acción y a la voluntad. La influencia la viven como si desde fuera los obstaculizaran, los inhibieran o los facilitaran. Se les contiene la mano cuando quieren tomar algo, se sienten inmovilizados, petrificados. De repente no pueden continuar, como si estuvieran paralizados. Los silencian o los hacen hablar o moverse. Para ellos es un poder extraño e incomprensible.
Ejemplos:
Un paciente esquizofrénico refiere tener dos personas dentro de su cuerpo, una que califica de «buena», y la otra de «mala». Dice textualmente: «Cuando me domina la mala, me hace hacer puras leseras, me masturbo, y las voces me van diciendo, maricón, maricón, me hace pegarle a cualquiera. Ayer le pegué a N.N. (efectivamente de pronto le dio un golpe en la cara a otro paciente) pero no fui yo, es ese que se me mete».
Otro paciente acusa afirmaciones de influencia diciendo: «Parece que de afuera me llegara un acuerdo de hablar cualquier cosa… me pongo absurdo…».
– Trastornos de la conciencia de unidad del yo.
– Vivencias de escisión: trastorno psicopatológico de la conciencia de unidad del yo, en la que el paciente refiere que coexisten en él dos o más personas, seres o fuerzas, las cuales viven simultáneamente. Habitualmente no coinciden ni se parecen, sino más bien se oponen mutuamente. Como bien aclara Jaspers, no se refieren estas vivencias de escisión a frases alusivas que con frecuencia escuchamos normalmente: «Habitan dos almas en mi pecho», «la razón y el instinto están en lucha». Tampoco corresponde a los desdoblamientos de la personalidad, ya que en este caso las _personalidades comandantes no coexisten sino que alternan.
Los enfermos no se experimentan ya a sí mismos como unidad lógica y natural, como una totalidad coherente. Se sienten íntimamente desgarrados, escindidos y separados. En este sentimiento de escisión existen duplicaciones o multiplicaciones, en las que cada parte tiene su propia autonomía. Este tormentoso estado es vivido con cierta frecuencia por el paciente, con un desgarrador sentimiento de disolución.
Entre las vivencias de escisión debemos mencionar el fenómeno de la «doble orientación». Los pacientes pueden vivir en dos mundos y a la vez que cumplen con las exigencias de una realidad común y siguen su tarea diaria, creer apodícticamente en su realidad psicótica y afirmar por ejemplo, que ellos son enviados de Dios para redimir el mundo, a la vez que sienten todo tipo de fenómenos alucinatorios.
Ejemplo:
Una paciente citada anteriormente, sostenía apodícticamente afirmaciones de persecución y daño, con nutridas alucinaciones, sobre tratos cenestésicos y sexuales, y sin embargo cotidianamente cumplía sus labores de secretaria con alta eficiencia sin que nada en su conducta trascendiera su conducta psicótica, a pesar de que refería que sus compañeros de trabajo la despreciaban y constantemente le hacían alusión a esto con distintos gestos y actitudes de su relación con un subalterno menor. Nunca reclamó ni nadie sabe de estas vivencias delirantes de la paciente.
– Trastornos de la conciencia de identidad del yo.
– Pérdida de la conciencia de identidad: trastorno psicopatológico de la conciencia de identidad del yo, que va desde sentir una inseguridad acerca de ser uno mismo a través del tiempo, hasta el no saber quién se es en el presente. Los lleva en muchos casos a asumir una nueva identidad. Estas vivencias pueden dar pie a delirios en los que hay una trasformación delirante de sexo, de rol social, de especie (considerarse animal). O sostener el enfermo que ahora es otro del que era antes, pudiendo crear de manera delirante una nueva biografía, con habituales delirios místicos o de filiación. También puede darse el caso de que bajo doble orientación el paciente asuma su origen natural y su historia real, tanto como su realidad y biografía delirada.
Ejemplo:
Un paciente esquizofrénico grave, se quitaba la ropa y andaba en calzoncillos, gritaba como si estuviera en la selva, y afirmaba con plena convicción que era tarzán.
Este mismo paciente afirmaba meses antes que él era mujer y que estaba embarazada. A veces aceptaba ser hermafrodita, y que él mismo se había embarazado
Trastornos de la conciencia de límites del yo.
Difusión del pensamiento: trastorno psicopatológico de la conciencia de límites del yo, referido a la ausencia de demarcación entre pensamientos y mundo externo, donde se vivencia una pérdida de la intimidad del pensar propio, la que los deja al descubierto. El pensamiento se difunde, se desparrama, se publicita sin un límite que lo contenga. Muchos han llamado a este trastorno «adivinación del pensamiento», ya que es una forma textual de cómo los pacientes refieren este fenómeno: «no puedo ocultar mis pensamientos, todos me son adivinados».
Ejemplo:
Un paciente esquizofrénico se queja de que basta la presencia de otra persona para que sus pensamientos se le alteren: «Uds. saben lo que yo pienso, y yo no puedo pensarlo que quiero… tengo que estar pendiente… mi cuerpo me obliga a pensar, la mente me lleva para otro lado… se me da que Uds. lo saben… lo que pienso… estoy convencido a fondo. Como el pensamiento mío se va directamente a los sentidos de Uds., es algo que yo no puedo saber. Estoy en lo mismo que están Uds.».
– Apersonificación: trastorno psicopatológico de la conciencia de límites del yo, referido en este caso a la ausencia de demarcación entre el yo del paciente y el yo de otro, en el sentido de vivenciar lo que hace y experimenta otro, como si fuera el paciente quien lo hace y experimenta. Es como si su persona se «apropiara» de las vivencias de otra y las hiciera suyas. De ahí el uso del término apersonificación.
Este fenómeno de apersonificar vivencias ajenas también puede darse con los objetos del mundo externo. El paciente apersonifica lo que le sucede a un mueble, a una cortina, etc., sintiendo aquello que se supone «sentiría» dicho objeto. Un paciente al ver que sacudían una cortina decía ¿por qué me sacuden así?, me molestan».
Ejemplo:
Un paciente tratado en primer período, ambulatoriamente como depresión, ingresa a nuestro servicio para su estudio diagnóstico.
En el curso de él, relata que siente el hemicuerpo izquierdo muerto, poniendo especial énfasis en que no tenía la mitad de su cerebro.
Pasaba por alto la contradicción de que se desplazaba normalmente. A la vez contaba que de esta misma enfermedad había muerto la única mujer mucho mayor que él, con la que había alcanzado una relación de pareja. (Dicha mujer falleció a raíz de un accidente vascular encefálico).
Él adjudicaba el comienzo de su enfermedad al hecho de no haber tenido relaciones con ella.
– Transitivismo: con una dirección inversa a la anterior, aquí el trastorno psicopatológico de la conciencia de los límites del yo también se refiere a la ausencia de demarcación entre el yo del paciente y el yo del otro. El enfermo vivencia que lo que él hace y siente, lo siente o experimenta el otro. En este caso es como si él «trasfiriera» sus vivencias a otra persona. Por esto se le denomina transitivismo.
Este fenómeno de trasferir de sí mismo a otros al igual que en la apersonificación, puede darse también con los objetos del mundo externo. El paciente trasfiere sus vivencias a cosas, animales o cualquier objeto que lo rodee.
Ejemplos:
Un enfermo refería: «Ese perro recibe ondas telepáticas en su mente, que le dicen…» trasfiriendo sus propias pseudo alucinaciones al animal.
Un padre esquizofrénico paseando en bicicleta a su hija de 6 años con una amiga de la misma edad, esta última al meter un pie en los rayos de la rueda se hirió seriamente. Siendo una chica vecina, el padre obligó a su hija sana a cojear del mismo pie mientras duró la prolongada convalescencia. Es un caso de transitivismo proyectado en su hija.
Trastornos de la conciencia del existir del yo.
– Pérdida de la conciencia del existir: trastorno psicopatológico que compromete un fenómeno reflexivo nuclear del ser humano. En esta perturbación, se pierde en mayor o menor grado la vivencia indudable de la propia existencia. Los pacientes la refieren de diversas maneras: «a veces dudo que esté vivo», «es como si la vida se me hubiera ido, se me hubiera secado», «estoy cambiando, mi persona no existe ya», «ya no existo, no tengo corazón ni pulmones, huelo como un cadáver».
Estas vivencias patológicas llevan habitualmente a los llamados delirios nihilistas y a veces esta inexistencia ya no sólo compromete al yo sino que se extiende al mundo (delirio nihilista global).
Ejemplo:
Un paciente fue internado a raíz de que noche a noche llegaba a ocupar en el cementerio general el mismo nicho vacío. Sostenía que ese era el lugar donde le correspondía estar, porque todos sus órganos estaban muertos. Afirmaba que no tenía pulso, no respiraba, no tenía cerebro, ni digería alimentos.
– Trastornos de la conciencia de enfermedad
– Pérdida de la conciencia de enfermedad: su estado patológico el paciente lo enjuicia como algo natural, producto de diversas causas a menudo relacionadas con su delirio, pero no al fenómeno de enfermarse. Muchos pacientes no deparan en sus molestias, síntomas, limitación y graves conflictos. Como si ellos no existieran. No piden ayuda y cuando se les brinda no les interesa ni se comprometen en el proceso terapéutico. Este trastorno es un continuo, que va desde grados leves en que el paciente acusa estar enfermo y sin embargo no identifica su trastorno, o se queja de fenómenos aislados, o su lamento no es más que una racionalización sin ninguna repercusión vivencial, hasta llegar al extremo de no reconocer sus síntomas, no interesarse en absoluto por cambiar de estado y considerar que su situación es absolutamente natural.
Ejemplo:
Pueden ser las más variadas afirmaciones: «No sé por qué estoy acá», «me trajo mi mamá», «yo no estoy enfermo, mis vecinos se las arreglaron para encerrarme en este lugar de locos», «estoy preso, pero me voy a arrancar con todos los reos».
Trastornos de la conciencia corporal
– Despersonalización somatopsíquica: la extrañeza frente a su propio cuerpo es vivida delirantemente, el paciente afirma apodícticamente que su rostro ha cambiado, que mira su cuerpo al espejo y no es el de antes, que camina de manera distinta y que sus movimientos los desconoce. Todo esto lo vive con un sentimiento de angustia intenso y no es capaz de sentirlo como producto de una enfermedad. Esta percepción de su yo corporal a menudo da pie a delirios de influencia.
Ejemplo:
Una paciente asegura que con el motivo aparente de una intervención quirúrgica menor, se aprovecharon de injertarle otra cabeza. Se miraba al espejo y lo daba como prueba «ve, ésta no es mi cara».
– Somatizaciones: las somatizaciones en un yo con compromiso del juicio de realidad, corresponden a vivencias de enfermedad corporal absurdas e incomprensibles, que son vividas con carácter apodíctico aunque no presente ningún síntoma ni signo que las confirme. No son temores, son convicciones. Cuando se organizan y se definen se constituyen en las ideas delirantes hipocondríacas.
Ejemplo:
Una paciente depresiva sostenía con plena convicción que no podía tragar más, que tenía un cáncer esofágico. Bajó más de 30 kg. Llama la atención que la disfagia arreciaba en las mañanas y se atenuaba en las tardes y algo se alimentaba. Tratada con terapia electroconvulsivante, obtuvo una mejoría espectacular.

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