Segunda unidad discursiva en donde se puede incluir los estudios del aprendizaje social de la agresión y la violencia bajo situaciones de aprendizaje mediante la observación, imitación y modelamiento de conductas agresivas. A partir de ahí, analizamos cómo se plantean diferentes formas de prevención, control y eliminación de conductas agresivas. Dentro de este marco de explicación se entiende que así como se aprende a ser violento, también se puede aprender a no serlo. Asimismo, incorporamos en esta unidad diferentes estudios sobre violencia y medios de comunicación, donde se destaca fundamentalmente el efecto socializadorde la televisión y el cine en la transmisión de modelos e imágenes que estimulan y refuerzan la violencia.
Se encuentran otros tipos de investigaciones sobre la violencia derivados de la psicología social, de la criminología y, más recientemente, de la especialidad de victimología, a partir del reconocimiento de que hay más víctimas (familias, mujeres, niñas y niños) que victimarios. Al intentar explicar la violencia doméstica y sexual, este tipo de enfoque, aunque permite describir, visibilizar y calificar este tipo de violencia poco estudiada, no profundiza en sus causas ni en los mecanismos y procedimientos que intervienen en las condiciones de producción y reproducción de la violencia. En particular, destacamos por su amplia utilización, los trabajos sobre los “ciclos de la violencia” de la pareja, que la describen y explican como ciclos repetitivos, que van desde agresiones menores que cada vez, con mayor frecuencia y regularidad, se incrementan e intensifican, para luego decrecer. Todo esto dentro de una misma escena de arrepentimientos- perdones-culpas entre el hombre y la mujer, donde se evidencia la relación dicotómica víctima-victimario(a), lo cual ha permitido definir perfiles psicológicos de cada uno y entender así la dinámica de la relación.
El aporte de estos estudios es realmente importante, porque incorpora a la discusión y comprensión de la problemática de la violencia, conceptos y categorías (aprendizaje social de la violencia, violencia doméstica y sexual, formas de violencia a partir del daño ocasionado o de la intención que persigue el agresor(a), etc.) que adicionan y reorganizan el conocimiento sobre la violencia, contribuyendo a enriquecer los saberes que la estudian y tratan, pero adolecen todavía de profundidad crítica y deconstructiva, lo que desde la perspectiva de nuestro análisis es fundamental.
Si bien es cierto que estos saberes comienzan a visibilizar el problema de la violencia de género con base en concepciones teóricas que se han ido desprendiendo de modelos biologicistas, instintivistas y esencialistas, también es cierto que todavía siguen apegados a un orden del discurso científico dominante “neutro”, “objetivo”, “cuantitativista”, “androcéntrico”, “sexista” y “hegemónico”, alejado de una postura crítica de las estructuras de poder que propicien, en general, una transformación de las estrategias de poder y de las prácticas sociales.
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