AGORAFOBIA Y PÁNICO.
Arturo Bados López
5 de diciembre de 2005 (universidad de Barcelona)
EVALUACIÓN
Para evaluar con profundidad los distintos aspectos del problema agorafóbico, pueden emplearse una variedad de distintos métodos y medidas que se describen a continuación. Antony, Orsillo y Roemer (2001), Bados (2000), Bobes y cols. (2003), Bouchard y cols. (1997), Comeche, Díaz y Vallejo (1995) y Muñoz y cols. (2002) describen también diversos instrumentos. Recientemente, un grupo de expertos reunidos en una conferencia patrocinada por el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos han llegado a un consenso sobre los aspectos que conviene evaluar en el trastorno de pánico con agorafobia (véase Shear y Maser, 1994):
a) Frecuencia, duración, intensidad y tipo (espontáneo, provocado) de los ataques de pánico completos y limitados registrados mediante diarios durante al menos 2 semanas. b) Ansiedad anticipatoria (preocupación por cuándo ocurrirá el próximo ataque de pánico o por las consecuencias de los ataques sobre la salud física o mental) registrada mediante diarios durante al menos 2 semanas. c) Miedo a las reacciones somáticas asociadas con la ansiedad y cogniciones catastróficas (ataque cardíaco, desmayo, perder el control volverse loco); estos dos aspectos vienen recogidos bajo conceptos como miedo al miedo o susceptibilidad a la ansiedad. d) Miedo y evitación agorafóbicos medidos separadamente y referidos a cuando el cliente va solo (también podría añadirse sin tomar medicación). Deben incluirse no solamente las típicas situaciones agorafóbicas, sino también aquellas situaciones que producen sensaciones temidas (hacer ejercicio, beber café, etc.). e) Deterioro funcional que incluya deterioro social/laboral/familiar, uso de servicios médicos (psiquiátricos y no psiquiátricos) y consumo de alcohol y otras drogas. f) Gravedad global del trastorno, medida, por ejemplo, mediante la Escala de Gravedad del Trastorno de Pánico de Shear y cols. (1997). g) Comorbilidad actual y pasada. Finalmente, se aconseja incluir medidas dimensionales de ansiedad general y depresión.
Los instrumentos de evaluación seleccionados deben administrarse, al menos, en el pretratamiento, postratamiento y seguimiento/s. En este último hay que indagar también los posibles tratamientos recibidos durante el mismo. Además, es recomendable administrar algunos de ellos periódicamente durante el tratamiento con el fin de controlar el progreso de los sujetos. A continuación se presentan los instrumentos más importantes.
– Cuestionarios y autoinformes
– Cuestionarios de discapacidad
– Escala de calificación clínica
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